
Nov. 10
“Al amanecer pasamos los farallones de Huaura y con una fresca brisa entramos al puerto de Huacho a las 12. El descuido de los capitanes de los transportes es algo asombroso y solo puede igualarse con nuestra buena suerte para escapar del peligro que nos amenazaba. Para empezar: la “Águila” chocó con la “Peruana”, partiendo su cable. La “Santa Rosa” cuyo Capitán es un francés que, a pesar de ser Teniente en la Marina, es un sujeto muy estúpido y peor marino, casi embiste a la fragata “Minerva”, y únicamente por los descomunales esfuerzos del Capitán Spry, logró liberarse. Lo que más nos sorprendió a todos fue la entrada de “O`Higgins” entre todos los barcos, aunque dirigía el rumbo como un bote, casi topó a varios y para colmo anclo dentro de la playa. Casi todos pensamos que iba a encallar. El mismo Lord Cochrane, quien no es muy nervioso, confesó que había sido la maniobra más imprudente hecha hasta ahora por Crosby, y estaba furioso con él.
Para colmar nuestra paciencia, la “Esmeralda” entró media hora más tarde, y el oficial Mr. Bell creyendo que su cable ya estaba completamente pasado, dejó deslizarse su extremo y como no disponía de otro para impedir que encallara la nave, vióse obligado a virar y quedarse fuera.
No obstante la violencia del viento y del mar, se desembarcaron de inmediato los caballos, los granaderos del Nº 4 y el 7 de infantería ligera.
D`Albe fue enviado a hacer un reconocimiento, pero encontró a unos pocos frailes (de esta peste abundan todas las aldeas del Perú) y varios indios, ya que la mayoría de los habitantes se vieron inducidos a abandonarla, en vista que Pezuela había ordenado fusilar a todas aquellas personas que se comunicaran con nuestra escuadra, la última vez que estuvo aquí. Más como son patriotas aunque tímidos, sin duda entraran de vuelta mañana.
El “Galvarino” se nos unió esta mañana con un cargamento de cerdos bien gordos traídos de Chancay. Como serán de gordos que apenas pueden bambolearse”.