Escrita por un autor no español, “Muerte en la tarde” de Ernest
Hemingway es sin duda el libro más famoso y difundido sobre toros y toreros.
Publicado en 1932, se trata de un libro escrito en ingles (para el público
ingles) a manera de explicación de lo que son y representan las corridas de
toros en España.

Por eso “Muerte en la tarde”, a pesar del tiempo, ó, contra él, es un
libro único y perdurable. Puesto que, más que en cualquier libro de su género,
en ella el temple de los signos y de las palabras alcanza su faena más bella,
intensa y dramática.

Treinta años después, de los 20 hasta ahora a los 50, otra vez, he
vuelto a las páginas de “Muerte en la tarde” y aunque a estas alturas el toreo
es apenas, en los umbrales de mi inexorable vejez, solo una recordada pasión, quiero compartir sus más
puntuales, instructivas y reveladoras precisiones.

“Las corridas son una institución
española y existen, no por extranjeros y los turistas, sino a pesar de ellos”.
“La corrida no es un deporte en
el sentido anglosajón de la palabra, es decir, no es un combate igualitario o
una tentativa de combate de igual a igual entre un toro y un hombre. Es más
bien una tragedia”.
“La corrida de toros normal es
una tragedia y no un deporte; el toro tiene que morir. Si el matador no puede
matarle en los quince minutos que dura la lidia, se aleja al toro del ruedo,
escoltado por los cabestros como deshonor para el torero, y, según la ley, al
toro tienen que matarlo en los corrales”.
“El matador tiene que dominar al
toro por su conocimiento y por su arte, y en la medida en que lo consigue con
gracia resulta hermoso de contemplar”
“Si se permitiera a los toros
acrecentar sus experiencias, como hacen los toreros, y si los toros no matados
durante los quince minutos reglamentarios, en vez de ser sacrificados en los
corrales inmediatamente, fuesen llevados a combatir de nuevo, matarían a todos
los toreros. La corrida está montada sobre la base de que es el primer
encuentro entre un animal salvaje y un hombre a pié”.

“En las corridas modernas matan,
por lo general, a seis toros tres hombres diferentes. Cada hombre mata dos
toros. Los toros, según la ley, tienen que ser de cuatro a cinco años de edad,
carecer de defectos físicos y estar armados de cuernos puntiagudos”.
“Cada matador tiene una cuadrilla,
esto es, un equipo de cinco o seis hombres, que paga él y trabajan bajo sus
ordenes”.
“Un buen toro, para un torero, no
debe ser demasiado grande, demasiado fuerte, ni debe tener excesiva cornamenta;
no debe ser muy alto de cuello y ha de tener, sobre todo, buena vista,
reaccionar bien a los colores y al movimiento, ser bravo y franco en la
embestida”.
“El matador es quien decide en
qué orden prefiere lidiar sus toros”.
“El matador como tiene que
enfrentarse cada día con la muerte, se hace muy reservado, y la medida de sus
reserva, por su puesto, es la medida de su imaginación; durante todo el día de
la corrida y durante toda la temporada, hay un no se qué de lejanía en su
espíritu, que casi se puede ver. Lo que hay dentro es la muerte”.
“Casi todos los toreros son
valientes. Algunos no lo son”.

“Belmonte no ponía jamás las
banderillas, porque no podía correr”.
“En cada combate con el toro hay
tres actos, y estos tres actos se llaman los tres tercios de la lidia. El
primer acto es de capas, de picas y de los caballos. El segundo es el de
las banderillas. La tercera y última
parte es la muerte”.
“El primer acto es el proceso; el
segundo es la sentencia y el tercero es la ejecución”.
“Pero los toros son un arte
efímero, como el canto y la danza (…) un arte que, cuando el ejecutante ha
desaparecido, no existe más que en la memoria de los que lo han visto, y muere
con ellos”.
“No se le puede pedir a un torero
que ha triunfado por la tarde, gracias a los riesgos que ha corrido, que no
corra otros riesgos durante la noche, y es que más cornadas dan las mujeres”.
“El toro de lidia es, con
relación al toro domestico, lo que el lobo en relación al perro (…) proceden de
una raza que desciende en línea recta de los toros salvajes que en otros
tiempos pastaban en la Península”.
“Las características físicas del
toro de brega son una cobertura espesa y resistente de pelaje, una cabeza
pequeña, aunque de frente amplia, unos cuernos duros y curvados, un cuello
espeso, una giba de músculos que se eriza cuando el toro se irrita, amplios
lomos, pezuñas pequeñas y rabo largo y delgado”.
“Partiendo al mismo tiempo que un
caballo, un toro de lidia le vence en una carrera de veinticinco yardas, aunque
un caballo le vence en una carrera de cincuenta (…) y a los cuatro años tiene
fuerza suficiente en los músculos del cuello y de los lomos como para levantar
en vilo un caballo y su jinete y arrojarlos por encima de sus costillas”.
“El toro es un animal salvaje,
cuyo mayor placer consiste en la pelea y aceptara la que le ofrecen bajo
cualquier forma, replicando a todo lo que le tome por desafío. Sin embargo, los
mejores toros de combate reconocen y saben quien es el mayoral o guardián que
los tiene a su cargo y, durante su viaje hasta la plaza, le permiten a veces
hasta que los golpeé y que los acaricie”.
“Casi todos los toros tienen un
cuerno que prefieren emplear mejor que
el otro, y ése es el que se llama cuerno maestro. A veces son zurdos o diestros
con el cuerno, de la misma manera que las personas son zurdas o diestras con
las manos, pero no hay entre ellos preferencia señalada, como entre los
hombres, por la mano derecha. Cualquier cuerno pude ser el cuerno maestro”.
“Toda la lidia está fundada en la
bravura del toro, en su simplicidad y en su falta de experiencia”.
“Las tres fases por las que pasa
el toro se llaman: levantado, parado y aplomado”.
“Ninguna de las partes atrae
tanto al espectador, que ve por primera vez una corrida, como la colocación de
las banderillas”.

“La destreza de un torero para
servirse de la muleta es lo que, en fin de cuentas, determina su rango en la
profesión ya que, en efecto, de todas la fases de la corrida de toros moderna,
es la más difícil de dominar y en la que el talento del torero encuentra su
medio más propio de expresión. Es con la muleta con la que se hace una
reputación o no se hace, y por su maestría para hacer con la muleta un juego
completo, imaginativo, artístico y emocionante, siempre que el toro sea bueno,
es por lo que se paga poco o mucho a un matador”.
“Técnicamente, la muleta se
emplea para defender la espada contra la embestida del toro, regularizar el
porte de cabeza del animal, corregir la tendencia que puede tener a derrotar,
fatigarle y colocarle en posición adecuada para entrar a matar, proporcionarle
un objeto para que embista, en vez del cuerpo del hombre, mientras el matador
se arroja por encima de sus cuernos para hundirle el acero”.

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