Corría la década de los años cincuenta del siglo pasado cuando un muchacho sanmarquino, nacido en 1929, pasaba en Cajatambo sus vacaciones antes de volver a sus clases en la facultad de medicina de San Fernando.
Aquellas vacaciones coincidieron con las nubes y las lluvias, y cómo no podía ser tampoco de otro modo, Perico, al igual que sus demás primos y amigos, se prepararó para participar en las huaylashadas formando parte de una pandilla y estrenando -nada menos- una canción.
Una
tarde surgió la canción y aunque los testigos discrepan en sostener que
el estímulo para su existencia fuera la súbita pasión que sintió Perico
por Amalia, o bien por Nelly (las bellas hermanas Ticerán), lo cierto
es que la canción se estrenó, y aun cuando su autor debió partir,
"Cajatambina" se quedó para siempre.
Pedro Perico Reyes Barboza,
se fue para hacerse médico. Acaso jamás imagino que aquel puñado de
palabras que una tarde junto para cantar y bailar, bajo las nubes y
entre la lluvia, sería el más perdurable regalo a su memoria. Y a la
gloria del pueblo que lo inspiró.
Dos jóvenes de Oyón, Teodomiro Cuellar y Raúl Conejo, fueron testigos y protagonistas del estreno. Pedro regresó a Lima y nunca más compuso otra canción, mientras Teodomiro y Raúl -al igual que cientos de cajatambinos- entre atender sus chacras y ganados la hicieron parte de sus vidas.
Dos jóvenes de Oyón, Teodomiro Cuellar y Raúl Conejo, fueron testigos y protagonistas del estreno. Pedro regresó a Lima y nunca más compuso otra canción, mientras Teodomiro y Raúl -al igual que cientos de cajatambinos- entre atender sus chacras y ganados la hicieron parte de sus vidas.
A mediados de 2012 me tocó conducir un programa de radio en Huacho. El domingo 10.6.2012 el programa fue dedicado a rendir homenaje al autor de la canción mas representativa de Cajatambo. Ninguna ocasión resultó entonces mas propicia para compartir las palabras, plenas de implacable franqueza e impecable gratitud, que Carlos Reyes Mispireta juzgó pertinente remitir desde México.
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Carlos con su familia junto a su madre en México |
"Mi padre murió el 10 de junio de 1970, cuando interrumpió sus vacaciones para ir a dar ayuda médica a las víctimas del terremoto del 31 de mayo. Mi madre tenia entonces 34 años y yo 8, mis hermanos, 10 el mayor, 6 el tercero y 1 el benjamín. Acababa de inaugurar su casa nueva en Barranca, para el cumple de mi mamá el 27 de mayo. Y por ello estaba en Perú porque pensó ir al mundial de fútbol de México 70, pero mi madre, razonable, le dijo que con la casa nueva y el coche nuevo estaban muy gastados".
"Nació en el Callao y estudió en Huacho. Luego fué a la facultad de medicina de la UNMSM. Sé que gustaba de la música, orquestal de fines del XIX: Tchaikovsy, Rachmaninof, Dukas. Me pasé la infancia escuchando sus discos".
"Recuerdo la noche en que tocaron el timbre y luego de unos momentos escuché llorar a gritos a mi madre, unos amigos de la familia nos llevaron entonces a dormir a su casa y de allí partimos directamente a casa de nuestra abuela materna, en Huacho. Volví a pisar la casa de Barranca de adolescente, los muebles, casi todos fueron abandonados en Huacho, donde terminamos el año escolar 1970. En diciembre nos mudamos a Lima, donde viví hasta los 39 años. Hicimos un quiebre y empezamos una nueva vida soplando las cenizas de la anterior. Mi madre, y en buena medida todos nosotros, nos quedamos con la idea marcada de que todo se puede ir a la mierda cuando mejor todo va...y que todo, todo aquello que das por sentado en tu vida cuando eres feliz puede siempre desaparecer en unos minutos e irse volando con el primer viento del otoño. Thus, that you should always set the day".

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El escenario de la tragedia |