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(Foto: Norberto Hijar Cotrina) |
Cuando en 1984 decidí llegar a Cajatambo desde
Ambar a caballo imaginé que emprendería un viaje inolvidable. Un viaje
del cual me sentiriría orgulloso siempre. No me equivoque. No por mí,
sino por el pueblo y por las personas que encontré. Depués de todo, nací
en Cajatambo. Volver, entonces, era mi deber.
Mi madre, tierna y
amable, se opuso, preocupada más que por la distancia por los riesgos de
la altura. Pero al final, persuadida por una terquedad harto familiar me proveyó de viveres, datos y nombres.
Desde entonces vuelvo siempre (aunque no ya a caballo). Además de mis
familiares disfruto la dicha de la amistad de muchos de mis paisanos.
También hablo algo de quechua (aunque mejor lo entiendo). De igual modo
atesoro no pocos recuerdos publicamente secretos.
Sin embargo, en
definitiva, creo que mi mejor forma de ser cajatambino es con los pies;
es decir, cuando bailo. Y es por eso que nunca he sido mas feliz que
cuando bailo "Cajatambina" -el himno de Cajatambo- con una ambarina.
Este 2015, a diferencia de otros años, me tocó pasar los carnavales en
Ambar. No obstante al contemplar las imágenes adjuntas siento que, en
ocasiones, no hay mejor presencia que la ausencia.
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Ciprés carnavalero |
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Los músicos y los pequeños huaylashadores |
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Los niños tumbando su arbolito |
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Niña huaylashadora |
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Grupo "Raices Cajatambinas" |
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Hermanos Reyes Contreras, mis primos |
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Pari, infaltable. |
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