Envuelto entre cálidas frazadas, bajo un cielo estrellado, pienso en ti desde la casa en que nací.
Los perros ladran y la luna resplandece, pero mas -para mi tormento y regocijo- tu sonrisa en mi memoria.
Son apenas las ocho de la noche pero la colorida frazada artesanal que me cubre registra una fecha que supera mi sorpresa estelar: 1950.
En esta morada de hermosos balcones y vieja estirpe el tiempo parece no solo haberse detenido sino depuesto su rigor.
Fiel a mi modo de existir junto con el sleeping (para recorrer la cordillera Huayhuash) traje conmigo un libro de Saramago.
Sentado en una reluciente perezosa de pino rojo (que usó mi abuelo) y sobre un cojín de cueros de vicuña (hecho por mi madre) bajo un cielo espléndidamente luminoso mi regocijo en el fondo del balcón y con "Caín" entre manos no es menor que si en lugar de lector fuese el autor.
El lector que vive su lectura en la vida.
El lector que vive su lectura en la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario