Guiado por el apego insobornable de la sangre a la tierra que dió vida a nuestras vidas, consagrado a través de la devoción a María
Magdalena, patrona de la provincia de Cajatambo, exactamente el día de su
cumpleaños, Domingo García Quinteros eligió juntar amigos y familiares el
domingo 30.3.2014.
Oferente principal de las celebraciones patronales en Cajatambo, Capitán de la Tarde taurina del 31.7.2014, sin duda Domingo, aquel domingo, protagonizó su onomástico más concurrido y apoteósico. Nunca mas justo ni mejor merecido. Pues, si es verdad que cantar es engañar a la muerte (que siempre gana), nada más cierto afirmar que Domingo a través de “Los Clásicos”, el grupo musical que dirige, es quien con más éxito la ha burlado con instantes de eterno júbilo y suprema emoción.
Oferente principal de las celebraciones patronales en Cajatambo, Capitán de la Tarde taurina del 31.7.2014, sin duda Domingo, aquel domingo, protagonizó su onomástico más concurrido y apoteósico. Nunca mas justo ni mejor merecido. Pues, si es verdad que cantar es engañar a la muerte (que siempre gana), nada más cierto afirmar que Domingo a través de “Los Clásicos”, el grupo musical que dirige, es quien con más éxito la ha burlado con instantes de eterno júbilo y suprema emoción.
Por eso, aunque se
tratara en concreto de una Junta (que en Huacho se denomina Wilakuy), antes que
un acto de respaldo y afirmación, al amigo y a una entrañable tradición, el
domingo 30 de marzo en local de Huarocondo (que existe en el mapa y en la
imaginación) Domingo ha sido merecedor del más explicito y franco homenaje a su
trayectoria de tenaz cultor de la música cajatambina. Y el mejor homenaje ha
sido que todos los que se hicieron presentes le dieran como presente a Domingo
el más inolvidable domingo de su vida.
Incluso yo mismo, a
mis cincuenta y un años, rengo y convaleciente de una operación reciente,
decidí abandonar mi reposo forzoso y llegar a aquel local cuyo nombre tuvo para
mi -desde la lectura de “Un mundo para Julius”- míticas resonancias literarias
(pues ocurre que el mayordomo de la trama de la novela de Alfredo Bryce es el tesorero, nada menos, del Centro
Social Huarocondo). De manera que, seguro de hallar la recompensa de gratos
reencuentros, imposibilitado de bailar y apenas tentado a beber, por primera
vez en mi vida pasé, el domingo de Domingo, todo el tiempo de mi permanencia
dedicado a ver bailar entusiastas y sedientos concurrentes.
En particular, no
podría evocar el domingo más feliz de Domingo sin mencionar que la condena de contemplar me
procuró la gratitud de vislumbrar el regocijo de una nueva generación tan virtuosa y dotada para
el baile y para la vida, que a su modo, con su alegría, tributó a Domingo y a Cajatambo,
el más espontaneo y cautivante de los espectáculos. No por fugaz menos
memorable, no por tumultoso menos vistoso. Excelso y discreto privilegio el mío de ver hermosa a una mujer en el momento en que lo es más todavía: cuando baila.
Los médicos, y
nosotros mismos que somos su materia prima y final, tenemos la certeza de que nuestro
cuerpo se compone de órganos, de partes de un todo que nos da vida y salud. Pero
aunque no lo digan los médicos, ni nosotros mismos lo pensemos, las mujeres y
los hombres, más que de músculos o de huesos estamos hechos de historias.
Historias que convierten un árbol o una calle en algo más que una planta o una
hilera de casas. Y es por esa embriaguez de comparecer ante lo vivido y lo vívido, despojados de todo cuanto somos o hacemos, es que de vez en cuando nos juntamos para que
al igual que los árboles que conforman el bosque o las calles al pueblo, celebrar juntos el orgullo y la gratitud de saber que Cajatambo, más que en un espacio
geográfico, estará siempre presente donde está su gente.
Reporte fotográfico:
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http://ulisesrequejo.blogspot.com/2014/03/junta-las-100-de-domingo-garcia.html
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