Tarde de febrero de 2013, caserío de Tambón (Ambar). Lique -al centro, junto al árbol- canta y baila. |
Ingeniero graduado en la desaparecida Unión Sovietica, Enrique Quinteros Cipriano, fue un hombre de extracción autenticamente popular nacido en Ambar.
A su retorno de la URSS regresó no solo con una especialidad laboral sino también con una esposa.
Hijo de campesinos, jamás se apartó de la gente del campo.
Huacho, ciudad capital de la Región Lima, fue su centro de operaciones; desde allí, junto con su esposa Larissa, también ingeniera (originaria de Ucrania) desarrolló labores de asesoría técnica y fueron felices padres de dos hijas: Kriss y Ambar.
Complacido de llevar uno de los apellidos de más genuina estirpe cajatambina, en más de una ocasión, lo ví alternar junto a los residentes huachanos-cajatambinos durante las celebraciones en tributo a María Magdalena.Pero fue en el pueblo donde nació, en Ambar, durante las fiestas patronales de 2016, en el mes de agosto, que coincidimos por última vez. Me impresionó verlo delgado y demacrado, pero sobre todo verlo tan entusiasmado y hasta -se diría- tan trágicamente feliz.
A pesar de su singular trayectoria, tanto en Ambar como en Huacho, Lique se empeño siempre en ser un ambarino mas. Ese proceder le procuró tener lo que nunca quiso perder, junto a lo que siempre quiso alcanzar. Eso lo distinguió, pero ante todo, hizo de él un hombre dichoso, que, al fin y al cabo, es el mayor logro al que una persona puede (y debe) aspirar.
Ambar, Kriss y Larissa |
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