Si existe un amor incondicional, un amor sin limite, que duda cabe ese es el amor de una madre. Un amor sin tregua ni final. Eso lo sabemos todos, o casi todos.Sin embargo, la primera paradoja de la vida es que los seres que más nos aman, muy a su pesar, son quienes mas hieren cuando parten. Cuando se van sin retorno. Pero ni aun así, el amor de una madre muere. Pues si hay un amor verdaderamente eterno, ese es el amor de nuestras madres.
Un amor que no tiene frontera, que no tiene hora para manifestarse, un amor que es una luz que ni el viento ni la lluvia apaga.
Un amor que ni el tiempo doblega, pues para una madre cualquiera sea la edad de su criatura siempre será su tierna criatura.
Por desgracia, el mismo tiempo que nos da vida y dicha, es el mismo tiempo que nos destruye y nos mata. Solo el amor nos libra de aquella fatalidad.
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