Jamás lo olvidaré. Al llegar a la cima rocosa del cerro Huamancalle -que divide los distritos de Ambar y Gorgor- detuve el caballo, (en realidad, se trataba de una hermosa yegua alazán que me había transportado hasta Cajatambo). Volvía a Lascamayo y fue allí, de regreso hacía Ambar, a casi cinco mil metros de altura, cuando la aparición de una flor silvestre sobre un manto blanco de nieve detuvo mi marcha y capturó mi atención. Deslumbrado por su esplendorosa presencia descabalgué para contemplarla.
Durante un eterno minuto, flor y viajero, nos miramos. Conmovido, antes de reanudar mi camino, con todo el fuego de mi corazón, escribí sobre la nieve: "María, te amo". Enseguida volví a la montura y me alejé para siempre. Pasó el tiempo, pero jamás olvidé el hallazgo de aquella flor solitaria. Tan presente estuvo en mi memoria que un día, veinte años mas tarde, volví a escribir, sobre un papel no menos blanco que la nieve: "Tu nombre escrito sobre la nieve, arde todavía".
Un hermoso inicio para un poema...Una soledad tan infinita se refleja en el nombre escrito en la nieve que nadie podrá llenar.
ResponderEliminarLeGrgoryegory
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ResponderEliminarMilagros
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