jueves, 6 de junio de 2019

UNAY INTI




El Tayta Inti asomando por la ventana.
Tiernos pajaritos cantando en el jardín
el canto intemporal de las aves.
Flores aromosas (sobre  todo rosas)
de intensos y arduos colores.
Una morada iluminada por el vasto
sol de junio en una calle de Atlantic City.

Dentro de la morada, en una habitación
de albura inmaculada, los acordes 
de un arpa lejana y hasta el canto
de un gallo remoto estremecen 
el despertar de María Elena Vizurraga.

Sin embargo, tan pronto se impone 
el silencio cotidiano que da termino
a aquella íntima ceremonia de amor
por la tierra que la vio nacer, entre
flores silvestres y cantos de aves,
unas escuetas palabras, literalmente,
la lanzan desde su lecho  ante
los ojos del mundo.

Perpleja y consternada, presa de júbilo   
y estupor, lee las palabras que porta
el mensaje de la firma de perfumes
y moda mas legendario que aroma
y viste al mundo.

Nerviosa y presurosa, apenas despierta
su hijo (su fan más deslumbrado), 
coge su camioneta rumbo al salón
donde la espera la sesión de alta costura
organizado por la marca Chanel.

Medía docena de vestidos (cuyos costos
serian suficientes para comprar
un vehículo o una casa decorosa), 
transitan por su alado cuerpo mientras
las luces y los flashes iluminan el andar
radiante y glamoroso de la muchacha 
que un día, igual que las flores silvestres 
y el canto de los pájaros, 
vio la luz insobornable de la vida
bajo el sol inolvidable 
de Arayco.  


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