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Vista panoramica de Huacho y su campiña |
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Ver a Huacho cubierta por las nubes del amanecer convoca, aun para quienes la frecuentamos de por vida, la apariencia fantasmal de recorrer una ciudad insólita. Pues rara vez llueve en Huacho y tampoco casi nunca la abandona el fulgor solar. Con todo, pese a tales precedentes, el martes 11 de junio de 2013 amaneció nublado. Incluso una corriente de viento helado recorría sus calles.
Ese día, por encargo de mi hermana, me encaminé rumbo al hospital regional para tramitar la atención de una de sus pacientes más recias y durables, nuestra abuela (que a sus casi 101 no deja de causar sensación cada vez que va al hospital).
Cumplido mi cometido (sería atendida al día siguiente) recordé que no había desayunado y
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Sabina |
vino a mi memoria el lomo saltado que a diario ofrece Sabina Osorio Taicas en un puesto del Mercado Centenario. De modo que, sin tiempo que perder, me dirigí hacia allá. Llegué preciso: una fuente a medio consumir me tentaba. No me equivoqué. Suave y jugoso, el lomo resultó tan impresionante de ver y mucho más de consumir.
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Mery |
Entonces, después de saborear tan suculento descubrimiento, de los regocijos del estomago tenté los del corazón y enrumbé hacia un pasaje de la calle La Palma. Pues aquel martes -recordé- era el día en que el gobierno regional ofrecería un agape anticipado por el Día del Padre a sus padres trabajadores. Desde que me avisaron, nada me hizo más ilusión que asistir en compañia de Mery. Y puesto que ella lo ignoraba, bajo su balcón esperé ansioso su aparición y su aprobación.
A mediodía llegamos al Fogón de la Nona y en lugar del ágape encontramos sus preparativos: no se trataba de un almuerzo sino de una cena. Entonces caminamos unos metros más por la avenida Centenario, que es la vía gastronómica de la campiña huachana, hasta el Fundo Palmira. Y puesto que, como no podía ser de otro modo, en su condición de ganaderos cajatambinos los propietarios del
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El Fundo Palmira |
Fundo Plamira lo que han creado es un restaurante campestre que es una extensión del rancho que conducen. Por eso mismo, en su sencillez (de lucir alforjas y aperos) resulta más convincente y más atractivo que cualquier otra venta de comidas y bebidas para quienes, además, de degustar sus sabores aprecian lo que escuchan: la música de Cajatambo.
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Miguel (con sombrero) |
Fuimos los primeros clientes del día. Y así, en torno a un plato de trucha frita y otro de chicharón con mote, intercalado con brindis de chicha de jora en potitos de mate repujado Mery y yo, en absoluto sosiego, sostuvimos una gratísima conversación. El tema de nuestro diálogo no fue otro que la breve y precóz trayectoria política de Miguel Huacre, mi ahijado. En particular le hablé de su reciente visita a la China Popular. "Es el hijo que el destino nos ha regalado", le dije. Su respuesta fue sonreir emocionada.
Al llegar la noche volví a casa de Mery y regresamos al Fogón de la Nona. Ingresamos a la
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El Fogón de la Nona |
hora justa en que la ceremonia iba a comenzar. Por ser día laborable, la mayor parte de esposas había desistido de hacerse presente. De manera que llegar en pareja denotaba mayor formalidad. Tamales, chuleta y vino. Vino borgoña de la Viña de los Reyes. Compartimos la mesa con una joven pareja. Fue la mejor compañía.
Y sobre todo, ver a Mery -que nunca se casó- convertida en mi esposa por unas horas, sonriendo y bebiendo. Viviendo.
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