viernes, 12 de septiembre de 2014

SIGO SIENDO / KACHKANIRAQMI





"Y porsupuesto la música es buena cuando es buena. 
                         Ahora, ¿cuál es la música buena? La buena"
                                                     Carlos   Hayre                                          


El poeta César Calvo contó que cierto día, entre tragos, le preguntó a José María Arguedas: "¿Qué podemos hacer los que te queremos para que no te mates?". Y que la respuesta del escritor, entre tragos, fue simple y concreta: "Impidan que lleguen los españoles".
"Agua" se llamó el primer libro (de cuentos) de Arguedas, y precisamente con el canto y la visión del agua en la espesura del bosque comienza "Sigo siendo", la película-documental de Javier Corcuera.
"La vida es eso: darle más vida a la vida", afirma uno de los personajes. Nada como el canto y el baile para hacerlo posible y sensible. Por eso con la voz y la presencia de apenas un puñado de músicos que se limitan a interpretar sus canciones y contar sus vidas, está hecha "Sigo siendo"
"Cuando me inspiro, canto, y debo compartirlo con todos", dice Amelia Panduro, la única cantante conibo-shipiba del grupo, mientras -en escena- se deliza sigilosa a través de una nímia canoa que navega sobre un río brumoso que parece no tener límites (y no es para menos: tan solo el río Amazonas contiene el 16 por ciento del agua dulce del planeta). "Desde niña aprendí a cantar, y ahora que soy anciana, tengo más conocimiento. Y me nace, por eso canto. Si mis nietos aprendieron, mi canto se quedará en esta vida.  Si nadie aprendió,  cuando descanse será como llevar mis cosas amontonadas".


Lejos, entre altas y blancas nubes, bajo un límpido cielo azul, Máximo Damian (el músico ayacuchano a quien Arguedas dedicó su último libro) desgrana con parsimonia el maíz seco guardado en su casa familiar de San Diego de Ishua y dice: "Hoy termina la limpieza de las acequias y comienzan las fiestas. En la fiesta del agua  los solteros y casados salen a cantar y bailar". 
Aguas andinas que se precipitan horadando cumbres empinadas para fecundar parcelas y sacramentar ritos antiguos. Se trata, en este caso -a tono con los tiempos de imparable equidad- del bautismo de "Palomita", la mujer danzak que se ha transportado hasta las alturas para recibir el amparo de los huamanis. Circunstancia que motiva que, de igual modo que "Palomita" compite con "Cuspicha", lo hagan también Máximo Damian y Andrés "Chimango" Lares, los dos más consagrados violinistas de la danza de las tijeras del Perú.
Contrapunto de acordes y evocaciones en quechua y el idioma conibo-shipibo, además del predominante español, "Sigo siendo" resulta ser más que una película, un ensayo visual. Un sutil ensayo escrito con imágenes de piedras, árboles, cerros y ríos. Sobre todo ríos. Ríos diáfanos y profundos. Y silencios, estruendosos silencios.
"Nuestros pueblos derramaron dolor y lágrimas", recuerda "Chimango", al evocar los años de violencia de fines del siglo XX y es la voz de la cantante Saywa, a través de una canción, que narra la pesarosa historia. 
Finalmente, semejante a los ríos, "Sigo siendo" termina junto al mar, alrededor de las impenitentes aguas del Rimac que atraviesa Lima, la ciudad donde se concentrá el tercio de peruanas y peruanos. La ciudad de todas las sangres y de todas las voces. 

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