Para Gorete
Desde que decidí -malaya mi suerte- sustituir las lecturas matutinas por la espectación de las emisiones televisivas, desde hace meses despierto, por predisposición operativa del artilugio visual de marras, escuchando, y enseguida viendo (primero con un solo ojo) el madrugador noticiero de la red O Glogo: "Bom Día".
Por otra parte, despertar con el rumor melodioso del portugués me libra del aldeanismo chauvinista de limitarme al habla, y a los hablantes, que me rodean. Total, salvo las referencias nacionales, sigo la historia cotidiana del mundo a través de una visión y versión mucho más grata para mis ojos y para mis oidos. Por lo demás, respecto a las novedades de nuestra amada patría, la sucesión macabra que plaga los noticiarios, solo cambia de lugar y nombre.
De manera que hoy 1 de Julio desperté celebrando el triunfo de un pueblo que no es mío, pero que siento mío, reunido en decenas de plazas y hasta cantando el himno nacional, mientrás transcurria la sucesión de minutos cruciales en que once brasileños se enfrentaban a once españoles, disputando, no solo el final de un campeonato, sino también de una historia: el equipo campeón del mundo contra la selección del país que ha dado cinco selecciones campeonas del mundo.
Después del revés de Sudafrica, como lo dijera con sumo acierto no un comentarista deportivo sino un crítico literario, Brasil iba a despertar. Mandar al carajo el lastre abrumador de la gloria, para simple y sencillamente sudar la gota gorda. Y el 30 de Junio de 2013, quedó en evidencia porque Brasil es Brasil: el país que convirtió un deporte en arte.
"No creo en las patrias exclusivas, como no creo en las madres insustituibles", decía Marguerite Yourcenar. Hoy al despertar, conmovido y emocionado, mejor que nunca, lo comprendí.
Desde que decidí -malaya mi suerte- sustituir las lecturas matutinas por la espectación de las emisiones televisivas, desde hace meses despierto, por predisposición operativa del artilugio visual de marras, escuchando, y enseguida viendo (primero con un solo ojo) el madrugador noticiero de la red O Glogo: "Bom Día".
Por otra parte, despertar con el rumor melodioso del portugués me libra del aldeanismo chauvinista de limitarme al habla, y a los hablantes, que me rodean. Total, salvo las referencias nacionales, sigo la historia cotidiana del mundo a través de una visión y versión mucho más grata para mis ojos y para mis oidos. Por lo demás, respecto a las novedades de nuestra amada patría, la sucesión macabra que plaga los noticiarios, solo cambia de lugar y nombre.
De manera que hoy 1 de Julio desperté celebrando el triunfo de un pueblo que no es mío, pero que siento mío, reunido en decenas de plazas y hasta cantando el himno nacional, mientrás transcurria la sucesión de minutos cruciales en que once brasileños se enfrentaban a once españoles, disputando, no solo el final de un campeonato, sino también de una historia: el equipo campeón del mundo contra la selección del país que ha dado cinco selecciones campeonas del mundo.
Después del revés de Sudafrica, como lo dijera con sumo acierto no un comentarista deportivo sino un crítico literario, Brasil iba a despertar. Mandar al carajo el lastre abrumador de la gloria, para simple y sencillamente sudar la gota gorda. Y el 30 de Junio de 2013, quedó en evidencia porque Brasil es Brasil: el país que convirtió un deporte en arte.
"No creo en las patrias exclusivas, como no creo en las madres insustituibles", decía Marguerite Yourcenar. Hoy al despertar, conmovido y emocionado, mejor que nunca, lo comprendí.
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