Entre
el pueblo de Utcas (comunidad campesina productora del maíz mas dulce del país)
y la ciudad de Cajatambo (provincia ganadera y glaciar que enorgullece al Perú)
existe una distancia de 6 km. En el trayecto, sea por la carretera o por el
antiguo camino de herradura, se aprecia el Huacshash (el glaciar solitario que
anuncia que Cajatambo es una provincia de montañas), de manera que recorrer
aquella ruta es siempre un privilegio de la vista. Pero -en mi caso- nunca lo
fue más que cuando (por esas cosas que tiene la vida y la ubicuidad virtual)
tuve ante mis ojos esta foto. Ver al Huacshash, siempre grato de ver, y en
primer plano, una hermosa presencia de evidentes, y eminentes, rasgos andinos
extremó mi nostalgia. Pero encontrar en la imágen, nada menos, que a Lizbet Susanibar me
condujo simplemente a un nivel de fascinación. Quedé perplejo. Literalmente,
sentí un nock out emocional. Pues, en ese momento tuve la absoluta certeza de
que ninguna mujer podía atraerme más, ni jamás. Entonces decidí conquistar las
montañas sabiendo que de ese modo alcanzaría acaso -por mediación generosa de los Apus-
lo que en las calles de Huacho me estaba vedado: su mirada y su atención. La
mirada de su corazón.
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