martes, 10 de noviembre de 2009

HUACHO, 10 DE NOVIEMBRE DE 1820



Portando siempre consigo un frasco con tinta, un pincel y un cuaderno que nunca dejó de tener un lugar en sus alforjas o en las estancias errantes del Ejército Unido Libertador el médico y edecán del Libertador, James Paroissien, día por día hizo anotaciones de lo que ante sus ojos de hombre culto -protagonista y testigo privilegiado a la vez- aconteció en la marcha de la Guerra de la Independencia en territorio peruano. Algunas de esas libretas se perdieron y otras se conservan en archivos de su país de origen (Inglaterra). Escritas en ingles y luego traducidas a nuestro idioma fueron publicadas por primera vez en 1971 como parte del esfuerzo editorial más vasto y riguroso realizado sobre el surgimiento de la República: “La colección documental de la Independencia del Perú” (que reúne el trabajo de investigación de 14 estudiosos, compilados en más de 80 tomos que suman alrededor de 40 mil páginas).Preservadas a distancia durante décadas y recuperadas en tiempo del confín de lo ignoto las anotaciones de Paroissien nos permiten contar no solo con una versión de primera mano, sino -sobre todo- con una visión tan vívida, reveladora y minuciosa de los inicios de la Guerra de la Independencia; pero de manera especial nos permiten reconstruir lo que sucedió en Huaura y los pueblos aledaños.


Nov. 10

“Al amanecer pasamos los farallones de Huaura y con una fresca brisa entramos al puerto de Huacho a las 12. El descuido de los capitanes de los transportes es algo asombroso y solo puede igualarse con nuestra buena suerte para escapar del peligro que nos amenazaba. Para empezar: la “Águila” chocó con la “Peruana”, partiendo su cable. La “Santa Rosa” cuyo Capitán es un francés que, a pesar de ser Teniente en la Marina, es un sujeto muy estúpido y peor marino, casi embiste a la fragata “Minerva”, y únicamente por los descomunales esfuerzos del Capitán Spry, logró liberarse. Lo que más nos sorprendió a todos fue la entrada de “O`Higgins” entre todos los barcos, aunque dirigía el rumbo como un bote, casi topó a varios y para colmo anclo dentro de la playa. Casi todos pensamos que iba a encallar. El mismo Lord Cochrane, quien no es muy nervioso, confesó que había sido la maniobra más imprudente hecha hasta ahora por Crosby, y estaba furioso con él.
Para colmar nuestra paciencia, la “Esmeralda” entró media hora más tarde, y el oficial Mr. Bell creyendo que su cable ya estaba completamente pasado, dejó deslizarse su extremo y como no disponía de otro para impedir que encallara la nave, vióse obligado a virar y quedarse fuera.
No obstante la violencia del viento y del mar, se desembarcaron de inmediato los caballos, los granaderos del Nº 4 y el 7 de infantería ligera.
D`Albe fue enviado a hacer un reconocimiento, pero encontró a unos pocos frailes (de esta peste abundan todas las aldeas del Perú) y varios indios, ya que la mayoría de los habitantes se vieron inducidos a abandonarla, en vista que Pezuela había ordenado fusilar a todas aquellas personas que se comunicaran con nuestra escuadra, la última vez que estuvo aquí. Más como son patriotas aunque tímidos, sin duda entraran de vuelta mañana.
El “Galvarino” se nos unió esta mañana con un cargamento de cerdos bien gordos traídos de Chancay. Como serán de gordos que apenas pueden bambolearse”.