domingo, 14 de febrero de 2016

TÍO PEDRO


El tío Pedro, en el matrimonio de una de sus hijas


Igual que Vallejo, y por la misma época, fue sanmarquino (cuando San Marcos tenia su local principal frente al Parque Universitario). Graduado abogado en la Facultad de Derecho ejerció la judicatura en la desaparecida provincia de Chancay y en el departamento de Huanuco.
Pedro Reyes Ballardo, nacido en Cajatambo y casado con Delia Barboza fue, a decir de una de sus hijas, el intelectual de la decena de hermanas y hermanos que fueran hijos de Elisa Ballardo Fuentes Rivera y Teofilo Reyes Quinteros.
Para mi en cambio antes que nada será siempre el amable abuelito que al cruzarse con mi madre y sus dos pequeños en las calles de Huacho además de saludos afectuosos nos colmaba de propinas. Por eso mismo, encontrar y compartir la imagen que registra su presencia, aquel recuerdo sin duda magnifica la nobleza de su legado. La decencia de un hombre que hizo docencia aun en el simple transitar por la calles de la ciudad litoral y hospitalaria que habitó.


sábado, 13 de febrero de 2016

RECUERDOS DE QUEROPALCA



El 5 de julio de 1998, bajo un cielo hermosamente estrellado, visité  Queropalca. Junto con el alcalde y los regidores de la municipalidad provincial de Lauricocha ingresamos de madrugada al pueblo que por primera vez veía rodar sobre su suelo vehículos motorizados. La carretera había dejado de ser un anhelo para hacerse realidad, y por ella fuimos a celebrar.
Situado a los pies de la Cordillera Huayhuash (que se distribuye entre las regiones de Ancash, Huanuco y Lima) el distrito de Queropalca es el de mayor altitud de Huanuco. Semejante a Yungay o Huaraz la albura majestuosa de los nevados que la rodean otorga implacable encanto a sus días y a sus noches. Por si fuera poco, la existencia en sus proximidades de las aguas termales de Qontac hacen mas acogedora y palpable la experiencia de visitarla. Con todo, la rotundidad visual del entorno  no excluye el recuerdo dramático del avión de la empresa TAM que en 1954 quedo sepultado al colisionar con las cumbres.
Pero a la par de sus privilegios naturales y turísticos Queropalca es ante todo un distrito ganadero. Rodeado por verdes lomadas hatos de ganado  lanar y vacuno hacen de su gente un pueblo de ferviente pasión taurina. De manera que además del templo, el local municipal y el estadio de futbol, el ruedo taurino con sus graderías define su rasgo mas inconfundible.
En la perspectiva del tiempo dos son  las impresiones mas perdurables que guarda  mi memoria. Tenia entonces, al llegar por única y primera vez, treinta y tres años y me desempeñaba como asesor del Congreso de la República (con el agregado precedente de haber tenido a mi cargo el expediente legislativo de creación de la provincia de   Lauricocha en 1995). Por tanto, llegar a Queropalca aquella madrugada era para mi mucho mas que corresponder a la formalidad de una invitación.
Fuimos recibidos al ritmo de una banda de viento traída desde La Unión por el profesor Alejandro Ayala, alcalde de Queropalca. Recuerdo que apenas al saludarnos Allico, el alcalde, como leyendo mi pensamiento, me pregunto si deseaba que la banda interpretara alguna canción. "Cajatambina", le dije. "Sabrán?" "Si saben" aseguro y se dirigió  al director de la banda. Enseguida luego de revolver papeles en una caja de cartón los jóvenes músicos comenzaron con la interpretación de la canción mas representativa de la tierra en que nací. Entonces, blandiendo un pañuelo blanco una anciana me invito a bailar. Fue así que a mas de cuatro mil metros de altura y a diez horas a caballo lejos de mi tierra jamas experimente emoción mas intensa  ni gratitud mas entrañable. 
Sin embargo, durante el día y después de la ceremonia,  a la hora de la despedida en la plaza del pueblo comparecí ante un puñado de palabras cuyo eco los años no han hecho sino acrecentar: "Aquí todas las tardes tendía su pellejito la señora Gilberta y se sentaba a conversar". 

En primera fila (con sombrero marrón)
 Gilberta Reyes Camacho (1929-2016), hermana mayor de mi padre, enfermera por formación y ganadera por tradición, casada con Juan García   - el mas mentado criandero de Queropalca- había permanecido en aquel pueblo de montañas por mas de dos décadas curando enfermos y atendiendo partos. Fue así que de ser recibido en condición de asesor pase a ser despedido por ser familiar de la  cajatambina mas recordada de aquel pueblo remoto.
Graduada con honores en la antigua escuela de enfermeras del hospital Almenara, la delicada y modosita tía Gilberta, era la misma que en otro tiempo había laborado en un hospital en Huacho antes de emprender su periplo huanuqueño  y terminar regentando en Cajatambo la única botica del pueblo.
Su destino fue ser esposa pero no madre, de suerte que además de sobrinas y sobrinos tuvo no pocas ahijadas y ahijados. Por eso mismo, fue precisamente al amparo de Elsa Huaynate (esposa de Allico Ayala, el profesor y alcalde que conocí y traté ) y su familia que la veterana enfermera encontró el hogar y el afecto suficiente para mitigar la soledad inexorable de sus dias finales.