viernes, 24 de abril de 2015

MARINERA EN PARIS

Entre el rio Sena y la torre Eiffel
 
Lo que queda cuando nada queda y lo que se conoce antes de conocer. De todas, aquel par de expresiones, definen a mi parecer -mejor que ninguna otra- lo que debemos entender, y experimentar, por cultura.
Recorrer lugares, acumular saber y descubrir personas; es decir, viajando, leyendo y conversando, una mujer o un hombre cualquiera puede ostentar las herramientas mas eficaces para sacarle el jugo a la vida. Pues el dinero propiamente, usado a la bruta, no es mas que el tamiz de la vulgaridad.
Recuerdo a Manuel Moreyra (un abogado peruano que devino en el mas reputado y versado analista económico del Perú) orgulloso y feliz de haber hecho posible una compilación de musica colonial en la que invirtió 60 mil dolares (para apenas recuperar 20 mil). Orgulloso y feliz de tener mas que la posibilidad, la sensibilidad y la determinación para compartir aquel legado.
No existe para contemplar la belleza de una mujer -aseguran los entendidos: es decir todos, o casi todos- instante mas supremo que la de verla bailar. Y por eso mismo, ninguna ocasión mas propicia para saludar por su día a quien viajo de Lima hacia París no solo para despertar el día de su santo en la Ciudad Luz (después de haber asistido a la puesta en escena de "La flauta mágica" de Mozart) sino también para bailar el mas vistoso baile del Perú.


sábado, 18 de abril de 2015

LETRA Y MÚSICA


La amistad entre el escritor José María Arguedas Altamirano (1911-1969) y el violinista de los danzantes de tijeras Maximo Damian Huamani (1936-2015) es legendaria en la historia cultural del Perú.
Para los amigos de Arguedas, por la diferencia de edad y formación, Máximo será  siempre mas que un amigo la encarnación del afecto paternal del escritor hacia el musico y hacia la cultura que lo creo.
Tan buen padre fue Arguedas para Maximo que hasta se declaro por el ante Isabel Asto. La misma Isabel -madre de sus tres hijos- a la que dijo al presentarme: "El es el que trajo manjarblanquito". "Muchisimas gracias, estaba riquisimo", dijo la esposa.
Demás esta -aunque no lo sea nombrarlo- que el manjar no fue otro que el que mi padre comenzó a producir en Cajatambo: "La Cajatambina" (el mismo que representa a Cajatambo en Mistura).
Era 2013, Maximo y su esposa, que es además cantante, se encontraban juntos por ser invitados principales del festival internacional de poesia Fip Cielo Abierto que se llevo a cabo en homenaje a Arguedas en Barranca y Puerto Supe (donde el escritor tuvo una casa de verano).
Hospedados en el mas céntrico hotel de la ciudad, durante las presentaciones, los recorridos y las cenas, pase momentos gratos (que ahora se vuelven memorables) con la pareja. Tan gratos que me invitaron para que fuera huésped de su hogar.
Con todo, lo que mas celebro es a la vez lo que mas deploro: saber que no estará presente -como acepto hacerlo- cuando "Primavera en llamas", el libro que reúne mi poesía, se encuentre en mis manos. 
 
 

domingo, 12 de abril de 2015

DOS AMIGOS, UN RECUERDO



Era 1987, y aun cuando la conducción económica del país terminara en estrepitosa calamidad, el gobierno del joven presidente Garcia hizo algo que los jóvenes de entonces no podemos recordar sin gratitud : dispuso la organización de la Semana Internacional de Cultura Latinoamerica (SICLA).
Escritores, pintores, músicos, y hasta historiadores, de todos los confines llegaron a Lima para dar a la ciudad, y al país, oportunidad de verlos y escucharlos. Por cierto, el festín lo fue, ante todo, de las chicas y muchachos con vocación y ambición (total: es lo mismo) artística y cultural. Fue mi caso.
Nacido en Cajatambo, educado en Huacho, en 1987 era un muchacho orgulloso de pertenecer a San Marcos y a la vez desasosegado por anhelar algo que ni la mas importante universidad del Perú habría de procurar: escribir como quisiera escribir. De manera que asistir al SICLA fue para mi una ocasión memorable para ver y escuchar a quienes había, previamente, leído. Pero sobre todo, era oportunidad para ver y escuchar a quienes se habían atrevido hacer lo que aun a mi me costaba asumir y afrontar: mi destino literario.
Demas esta decir que pase la semana entera viendo y escuchando a quienes conocía por sus libros (y de igual modo a quienes recién descubría). 
De esos días inolvidables recuerdo una foto (que gracias a la diligencia de mi amigo, de aula y lecturas, Miguel Pizarro), me tome junto a Eduardo Galeano, el celebre autor de "Las venas abiertas de America Latina". Una foto, mejor todavía, que nunca vi. De igual modo guardo viva memoria de la voz boliviana mas talentosa que, enfundada en una minifalda negra lucia -además de su canto- sus hermosas extremidades. Compartiendo el mismo ascensor, halagador, el funcionario que la escoltaba le decía: "Canta usted muy hermoso". A lo que no pude dejar de agregar: "Y tambien encanta". Por su parte, Emma Junaro escucho y sonrió y con una voz no menos bella que su canto dijo: "Muchas gracias". 
Sin embargo, mi gratitud mas entrañable proviene de mi trato con un critico de arte de Argentina y un pintor de Bolivia. Ocurre que un día de lectura conjunta, en una mesa en la que también se hallaba Galeano, alguien de inconfundible tono argentino dijo enfático: "Yo estoy aquí por Vallejo, por Vallejo que enorgullece al Peru y a nuestro idioma". Impactado y emocionado, al concluir el recital, no dude en acercarme para expresar mi gratitud. Entonces, Raul Santana, me miro y me dijo: "Y vos, escribis?". "Si", confesé abrumado y a la vez halagado. "Veni, vamos a tomar una cerveza".
Nunca, entre tantos brindis y la incesante humareda de los puros que fumaba el poeta y critico, como aquella semana, vi y escuche tal despliegue de decir tanto y en tan pocos días. Recuerdos de vivencias, y sobre todo, recuerdos de lecturas alimentaron nuestras conversaciones. Poetas ingleses y franceses, evocados y recitados en sus respectivos idiomas, comparecieron día a día. "Carajo -me dije para mi mismo- esto es ser un hombre culto".
Y como no podía ser de otra manera un día termine llevándole mis propios poemas. Al día siguiente, de la manera mas casual, y hasta casi incidental escuche estas intrigantes palabras: "Me han gustado tus poemas, mucho mas que las de tu admirado Cisneros". Saberlo me entusiasmo, pero también me fregó. Además agrego: "Sabes que mi primera hija se llama Trilce y que su madre es norteamericana". Entonces comprendí porque dijo lo que dijo durante el recital.
No obstante, eran dos mis interlocutores. Pero el otro casi no hablaba. Con todo, su elocuencia estaba en su silencio. De vez en cuando se limitaba a narrar divertidas anécdotas como aquella en que una muchacha le dice arrepentida a su progenitora: "Perdóname madre por ser una hija de puta".
Durante la cena de despedida, por deferencia de ambos, compartí mesa y cena. Incluso vuelve a mi memoria que, en un momento, al volver de los servicios encontré la mesa vacía hasta que una voz me nombro y rescato: "Cesar, veni para aca". Y allí en la mesa vecina junto al critico de arte y el pintor se encontraba además, para mi sorpresa, la guapa ministra de salud de entonces y su marido, a quien había correspondido presidir el encuentro.
El día de la partida de los invitados extranjeros los acompañe en el carro asignado para conducirlos hasta el aeropuerto. Llegada la hora de partir, ambos me abrazaron como si se despidieran de ellos mismos (de lo que alguna vez fueron). Jamas olvidare el brillo afectuoso de los ojos de Gil Imana ni tampoco las palabras de Raul Santana: "Nunca olvides que publicar es también parte de crear".
Es esa pues la historia que precede la existencia de "Primavera en llamas" que saldrá a la luz el año venturo. Y por tanto, dicho lo dicho y escrito lo escrito, no me queda mas que decir: Gracias Maestros.