sábado, 26 de noviembre de 2016

¡MURIÓ FIDEL, CHICO!


De todas, acaso la mas memorable imágen de Fidel Castro es aquella que legó Chavela Vargas: la de un cubano, con apariencia de gangster, que recorría Ciudad de México en un auto repleto de putas.
Por su parte, uno de sus colaboradores recordó que cierto día volando el cielo de Brasil le oyó decir impresionado: "¡Que gran país!". No era un halago sino un reclamo. Para la magnitud de su ego, cuando su nombre había alcanzado resonancia planetaria, ser gobernante de una isla parecía una evidente mezquindad del destino.
Estando preso, en una de sus cartas -inspirado- le escribió a su primera mujer: "Tus besos son una miel que jamás empalaga".
Hijo de hacendado español. Alumno jesuita. Abogado obcecado por el poder. Dictador vitalicio destronado por el tiempo. Todo eso es el Fidel que se va y que comienza a nacer.


martes, 22 de noviembre de 2016

MASSIEL de ABANCAY

Massiel Kristel Huacre Yañe

Conocí al padre de esta tierna níña, Miguel Oswaldo Huacre Mendez, cuando era apenas un chiquillo que un día descendió de un cerro de San Juan de Lurigancho para ir a un set de televisión (donde seria entrevistado por César Hildebrandt).
Con el tiempo, Miguel me eligió para ser su padrino. Luego partió hacia Apurímac (tierra de sus abuelos paternos), donde se hizo abogado y se casó.
De manera que al ver esta foto, en cierta manera, contemplo una parte de mi propia existencia. Una parte que no se aparta y otra que recién descubro: la inexorable gratitud de sentirme abuelo.

Miguel y familia

lunes, 21 de noviembre de 2016

Y SE LLAMA AQUILINA



En  2013, cuando volvi a Cajtambo,  aconteció  que tuve la gratísima oportunidad de conocer y conversar con Aquilina Cueva Peña.
Aquilina, la delicada y dulce comunera de Uramaza que, en merito a su temple generoso, se hiciera merecedora de la distinción más trascendente y publicitada que haya recibido una hija o hijo de Cajatambo en su historia: el Premio Integración y Solidaridad 2001, concedido por la corporación RPP. 
Aquilina, cajatambina en Cajatambo, madre de dos hijos (una niña y un niño).
Aquilina, asistenta de una aficina de promocion agraria en 2016.
Aquilina, madre y padre.
Aquilina  desapercibida por quienes ignoran o subestiman su valer y su valor.
Aquilina, la misma que una madrugada de mediados del 2000, no dudo en cargar sobre su espalda a su hijita y cabalgar hasta el amanecer, para prevenir que las aguas de los rios que descienden de la Cordillera Huayhuash se siguieran embalsando a causa de un derrumbe nocturno.
Ni el frio ni la distancia, ni ser madre de una bebé de meses, impidieron a Aquilina llegar a Cajatambo para dar la alerta que evito la inminente destrucción de pueblos y parcelas localizados en la cuenca alta del  rio Pativilca.
Por eso, es justo y oportuno que todas y todos sus paisanos que desconocian de su existencia y su casi secreta trascendencia, demos testimonio de nuestro aprecio a su persona, a través -lanzo la propuesta- de algunos regalitos por Navidad para quienes son la razón de la dedicación y pasión exclusiva de Aquilina: sus hijos

 




jueves, 10 de noviembre de 2016

CRUZ BLANCA

Plazuela de Cruz Blanca (1937)

Igual que todos, yo nací un día del que no guardo memoria en la casa de mis abuelos en Astobamba (el poblado de la comunidad campesina del mismo nombre).
Un patio empedrado y una larga hilera de balcones torneados (como no he vuelto a ver en Cajatambo) fueron escenario de mis primeros juegos (pues los actuales son el Facebook y el uso de las palabras).
Sin embargo, Augusto (padre de mi madre) además de construir una hermosa casa en Astobamba adquirió una chacra en la campiña de Huacho.
Enseguida, en manos de mi abuelo, el predio devino en morada solariega y Cruz Blanca, nuestro barrio, en nuestro otro Astobamba.
Así nos convertimos en huachanos. Más exactamente en huachanos-cajatambinos.

Dedicados por centurias a la agricultura y artesanía, a diferencia de Cajatambo los antiguos ayllus de Huacho no mutaron en comunidades campesimas sino en barrios vecinales, con festividades y devociones propias. Así surgió Cruz Blanca.
Convertida desde 1918 en capital del distrito de Santa María, cada mes de noviembre Cruz Blanca se viste de gala para honrar a San Martín de Porres.
Al compás de sonoras y melodiosas bandas venidas de Piura o Lambayeque se lanzan miles de cohetes en señal de júbilo.

Liderando las luchas sociales por las ocho horas de trabajo, murió acribillada en 1917 Irene Salvador, la máxima heroína del pueblo huachano. Una de sus descendientes, doña Juanita, además de vecina se convirtió en madrina de mi hermano.
En el 2016, las chacras han mudado a condominios familiares y la municipalidad de tener un solo secretario a pasado a contar con mas de cien empleados.
De mi generación, muchas y muchos partieron a otros lugares; y aun al mas allá. Pero todos vuelven.
Fue así que en el día jubilar de Martín -como se lo nombra en Cruz Blanca- un, no por inesperado menos memorable, 5.11.2016 en el hall externo de mi casa (que las hijas de doña Juanita habilitaron para agasajar a los amigos) más allá de mi memoria, volví a ver a Sonia.
Sonia Marzal, la modosita belleza de piernas deslumbrantes que jamás  olvidé .


miércoles, 9 de noviembre de 2016

UN CANTO PARA LA POSTERIDAD

Cajatambo y sus cuatro barrios: Astobamba, Antay, Tambo, La Florida.




Al  final del jueves 3.11.2016, tal cual lo había convenido durante el día de Todos los Santos, en el cementerio de Cajatambo (antes -debo confesarlo- de fallecer yo mismo a causa de los rones compartidos) crucé el puente de Tavin y el arco de entrada a Cajatambo.
Docentes y ganaderos, Brizeida Hijar y Edwin Chavarria, habitan  una amplia y acogedora casa-huerta a la entrada del barrio de Antay. Padres de dos hijas y apasionados cultores de las tradiciones festivas de Cajatambo, un día que jamás podrán olvidar debieron padecer la agonía de esperar. La tortura de ver a la mayor de sus hijas postrada por un accidente cerebral de pronostico reservado. Sin embargo, se aferraron a lo imposible y lo imposible se hizo posible: Jessy volvió a sonreír.
Rodeados por un verde alfalfar, entre cactus andinos y flores, apenas toco el portón de ingreso me reciben Brisa y Edwin.
Sentados ante la mesa de una iluminada y acogedora cocina, Edwin pronuncia unas palabras que me conducen de la perplejidad al asombro: "Un grupo de profesores, para un concurso regional, hemos decidido hacer un trabajo de investigación sobre tu vida y tus aportes al conocimiento de la historia de Cajatambo". Enseguida, luego de colmar un par de copas con fragante anís najar, brindamos. Gratificados por el pasado, celebramos el presente y conjuramos el futuro. 


Brizeida y Edwin en los carnavales de Cajatambo
Por su parte Brisa -haciendo honor a su nombre- trae a aquella pequeña y acogedora cocina el sabor de Huacho a Cajatambo a través de un suculento arroz con bonito frito. Y por si fuera poco, me habla de las crónicas que he publicado en la red y que son de su preferencia.
Después de decirles muchas cosas que no acostumbro decir, en una esquina próxima al mercado me despido de Edwin; el docente, el ganadero y el músico.
Mientras recorro el camino empedrado hacia Astobamba, paso a paso, no dejo de pensar en el encargo del virtuoso mandolinista del grupo "Raices Cajatambinas": aportar una canción, o más, para su siguiente grabación.
Un canto para la posteridad.