viernes, 18 de octubre de 2019

LECTURA & ESCRITURA

 


 

Camino por las calles de Huacho con un libro entre manos.
Tengo canas y escasos cabellos pero el regocijo pedura intacto.
Con todo, no leo todo lo que quisiera y ni siquiera creo ser el lector que fuí.
Aun así, vaya sorpresa, me hallo concentrado en la lectura -alternada- de dos memorias y dos novelas.
“Mi último suspiro” (Luis Buñuel) y “La lengua absuelta” (Elias Canetti).
“Tiempos recios” (Mario Vargas Llosa) y “La Perricholi” (Alonso Cueto).
Los cuatro abordan y cuentan hechos reales (vividos por sus autores, los primeros, y por sus protagonistas, los segundos).
Las memorias, puesto que no me fue posible hallarlas en volúmenes impresos, las guardo en la memoria de la tableta.
Leo a Buñuel antes de dormir y a Canetti al despertar.
Viejos memoriosos y memorables.
En el caso de las novelas estas no necesitan de ninguna recarga pues están en casa, igual que siempre, en papel y tinta.
Dicen que la realidad siempre decepciona y para hacerla soportable recurrimos a mundos paralelos.
Si ese fuera el motivo todos serían lectores.
No es así, pero tampoco es menos cierto que todos -sin excepción- buscan algo semejante que de vida a sus vidas.
Pero, a decir verdad, cualesquiera sea el motivo, más que saber o distracción lo que siempre he creído encontrar en cada lectura es un camino.
Una ruta de comunión y comprensión, es decir, de piedad y confraternidad.

sábado, 15 de junio de 2019

ENCUENTRO CON BOLIVAR




"En la mesa de la oficialidad de la fragata el tema de la conversación era Bolívar, a quien admirábamos como el conquistador de la Libertad patria y a quien frecuentemente comparábamos con Washington, creyéndolo superior".

"De gran uniforme, a la cabeza el almirante, montamos a caballo la mañana fijada, y después de una cabalgata de dos horas por caminos polvorientos, llegamos a Santa Magdalena, cuartel general del Libertador. Fuimos introducidos al salón del recibo, el cual estaba sencillamente amueblado".

"Bolívar vestía de uniforme azul, con bordados de oro; encima de los pantalones llevaba un par de botas inmensamente grandes, que le llegaban más arriba de las rodillas. Su aspecto y su actitud eran las de un perfecto militar. Era de estatura mediana, muy flaco y de constitución física bastante raquítica; el bigote grande y negro, y éste, lo mismo que su abundante cabellera, comenzaban a encanecer; pero le daban un aspecto marcial, que estaba en manifiesta oposición con su voz débil y con su desmedrada figura. La cara, decaída, obscura y quemada por el sol, comprobando las fatigas porque había pasado, mientras que la frente alta y la seriedad de sus modales inspiraban veneración e involuntariamente se veía uno obligado a inclinarse delantijoie de él, aunque no afectaba presunción o despotismo. A mí me produjo la impresión de un grande hombre, satisfaciendo en todo sentido la idea que nos habíamos formado de él, según las descripciones que se nos habían dado".

"Napoleón -dijo el Libertador- deja grandes recuerdos, y estoy seguro que todos los franceses la invocan en sus corazones".

"Con  una exquisita amabilidad, se dirigió a cada uno de los oficiales para preguntarles por sus nombres y por su posición a bordo de la fragata. Parecía fijarse con atención en los distintos apellidos, y a cada uno de nosotros nos dedicó unas palabras amables, lo cual hizo resaltar más la insuficiencia intelectual de nuestro almirante.
Como quiera que yo vestía uniforme de la marina danesa, algo diferente al de los demás oficiales, me preguntó la razón de ello, y cuando la di, dedicó unas palabras laudatorias a mi patria. 
A todos nos tomó de las manos, y al cabo de una hora terminó la audiencia.
Jamás había visto yo la superioridad de la fuerza intelectual manifestarse tan visiblemente como en aquella célebre visita"

Fuente: Colección Documental de la Independencia del Perú, tomo XVII, volumen tres, páginas 67 al 72.
Autor del relato: C Van Dockum (marino nacido en Dinamarca, integrante de la fragata francesa "Marie Therese", acoderado en el puerto del Callao en 1825)



viernes, 14 de junio de 2019

WILAKUY


Felices, ebrios de dicha, al escuchar
sus voces
se regalan sus voces.
Son solo palabras pero en realidad 
son caricias.
Caricias sonoras. Fuego de amor.

Miles de millas separan sus cuerpos.
Cuerpos unidos por palabras.

Avanza la noche, las palabras fluyen.
Llega la mañana, las palabras fluyen.
Transcurre el día, las palabras
-incontenibles-
siguen fluyendo.

Alegrías y tristezas, una vida entera, 
discurren bajo la clara luz 
de un nuevo día.

En la segunda mitad del siglo XX
durante diez y seis horas un diputado
pronunció el discurso más prolongado
de la historia parlamentaria del Perú.

Diez y siete horas después, 
al caer la tarde, 
a las cuatro en punto, en la quietud 
solitaria de dos habitaciones distantes,
llega a su termino
un diálogo para cuyo parlamento
no hubo ni hambre ni sed, 
solo hambre y sed de palabras.

Conversación convertida conversión,
destino, camino, dicha suprema 
de ser uno 
siendo dos a una sola voz.


jueves, 6 de junio de 2019

UNAY INTI




El Tayta Inti asomando por la ventana.
Tiernos pajaritos cantando en el jardín
el canto intemporal de las aves.
Flores aromosas (sobre  todo rosas)
de intensos y arduos colores.
Una morada iluminada por el vasto
sol de junio en una calle de Atlantic City.

Dentro de la morada, en una habitación
de albura inmaculada, los acordes 
de un arpa lejana y hasta el canto
de un gallo remoto estremecen 
el despertar de María Elena Vizurraga.

Sin embargo, tan pronto se impone 
el silencio cotidiano que da termino
a aquella íntima ceremonia de amor
por la tierra que la vio nacer, entre
flores silvestres y cantos de aves,
unas escuetas palabras, literalmente,
la lanzan desde su lecho  ante
los ojos del mundo.

Perpleja y consternada, presa de júbilo   
y estupor, lee las palabras que porta
el mensaje de la firma de perfumes
y moda mas legendario que aroma
y viste al mundo.

Nerviosa y presurosa, apenas despierta
su hijo (su fan más deslumbrado), 
coge su camioneta rumbo al salón
donde la espera la sesión de alta costura
organizado por la marca Chanel.

Medía docena de vestidos (cuyos costos
serian suficientes para comprar
un vehículo o una casa decorosa), 
transitan por su alado cuerpo mientras
las luces y los flashes iluminan el andar
radiante y glamoroso de la muchacha 
que un día, igual que las flores silvestres 
y el canto de los pájaros, 
vio la luz insobornable de la vida
bajo el sol inolvidable 
de Arayco.  


viernes, 31 de mayo de 2019

PRESENTIMIENTO


Después de almorzar y dar de lactar a mi hermano mi madre cogió una manta y se dirigió rumbo a Rodeocorral. Se fue en busca de boñiga seca que habría de atizar en el fogón de una casa situada en la parte alta del valle Supe-Ambar.
A medía cuesta, sin embargo, una indefinible y súbita aprehensión la estremeció. Detuvo su andar y giró sus pasos. Miró con melancolía la casa de piedra y techo de paja que una década antes, al llegar de Cajatambo a Lascamayo, su padre mandó construir.
En esa casa mustia, flanqueda por dos ríos, dormía mi hermano recién llegado al mundo un par de meses antes.
"Ay mi hijo, no lo he bañado", me contó que pensó.
Enseguida, sin pensar nada más, se regresó y encendió el fogón para poner a hervir agua.
Cuando terminaba de bañarlo, por el camino aparecieron Lucha y Gushma.
Mientras mi madre terminaba de vestir a mi hermano y conversaba con la pareja, luego de un ruido atronador, la tierra comenzó a temblar.
Eran las 3:23 de la tarde del domingo 31.5.1970.
"Las piedras rodaban de las laderas y la quebrada se llenó de una nube de polvo que duró días en desparecer", recordaría mas tarde.
Pero lo que verdaderamente jamás olvidó mi madre es lo que vio apenas terminó el sismo mas destructor de la historia del Perú.
Rudas y despiadadas piedras, que apenas unos minutos antes eran una pared, cubrían la cama en donde mi hermano hubiera muerto aplastado y triturado si la mano de mi madre no lo hubiera librado de tan trágico destino.

sábado, 11 de mayo de 2019

ROSITA y MANUELITA




El los seis tomos y las casi dos mil quinientas páginas de las "Tradiciones peruanas", a mi personal parecer y preferencia, las páginas más memorables, reveladoras y conmovedoras son aquellas que relatan el encuentro del autor con dos de las mujeres inmersas en la vida sentimental de los dos líderes políticos y militares más renombrados de América del Sur: José de San Martín y Simón Bolívar.


Rosa Campusano

Ocurre que siendo aun escolar, el adolescente Ricardo Palma, a los trece años, compartió aulas y amistad con el hijo único de Rosa Campusano (Guayaquil 1798-Lima 1858). Fue así como, a más de tres décadas de la Independencia compareció ante aquella mujer a quien, en los días aurorales de la república, llamaban La Protectora.
El escritor, entonces poco más que un niño, conversó con ella.
"Ella era una señora que frisaba en los cincuenta, de muy simpática fisonomía, delgada de mediana estatura, color casi alabastrino, ojos azules y expresivos, boca pequeña y mano delicada".
"Su conversación era entretenida y no escasa de chistes limeños, si bien a veces me parecía presuntuosa por lo de rebuscar palabras cultas".
Así recordó a la mujer que alguna vez amó al general José de San Martín.

Manuelita Saenz

Pasado el tiempo, siendo adulto y a la sazón contador naval, al acoderar la embarcación en la que servía en Paita, un joven francés condujo al "contador y poeta" Ricardo Palma -ni más ni menos- ante Manuelita Saenz (Quito 1797-Paita 1856).
Tullida y apartada, quien en otro tiempo fuera vendaval y fuego, franqueó la puerta de su casa y conversó durante varias tardes con el tradicionista.
"En el sillón de ruedas y con la majestad de una reina sobre su trono, estaba una anciana que me pareció representar sesenta años a lo sumo"
"Era una señora abundante de carnes, ojos negros y animadísimos...cara redonda y mano aristocrática"
"En el acento de la señora había algo de la mujer superior acostumbrada al mando y a hacer imperar su voluntad. Era un perfecto tipo de la mujer altiva. Su palabras era fácil, correcta y nada presuntuosa, dominando en ella la ironía"
Así evocó su encuentro con La Libertadora, el legendario amor del general Simón Bolívar.

viernes, 22 de febrero de 2019

EL BICENTENARIO EN CAJATAMBO



Dos fechas, una historia

“Hoy recibimos noticias que toda la provincia de Cajatambo ha declarado a favor de la causa patriota. Desde puntos distantes viene gente a presentarse donde el General. Nuestro ejercito va aumentando rápidamente y los oficiales están ocupadísimos en instruir a los reclutas, etc.”
Cuartel General del Ejército Libertador,
Huaura, 21 de noviembre de 1820,
Coronel James Parossien


“De Cajatambo de 120 voluntarios solo llegaron 56, porque el resto no pudo venir por falta de mulas. Sin asesoramiento militar esta gente había aprendido a ejecutar ciertos movimientos a su manera, al compás del sonido del tambor. Era un espectáculo muy curioso, pero la figura que más destacaba era la del tamborilero. Tendría más de 50 años y más altura que sus compañeros. Se amarraba el tambor al cuello con una tira roja y su aire de suficiencia parecía decir: ‘¿No soy un tipo listo?’. El abanderado era otro singular y su bandera de seda roja llevaba pintada una virgen. Delante de ella aparecían jugando varias figuras (querubines quizá). El General San Martín les dirigió la palabra en español y su Capitán les iba traduciendo al quechua, ya que solo unos pocos entienden la lengua castellana; de todos modos son fornidos montañeses, y me atrevo a decir, serán buenos soldados”.
Cuartel General del Ejército Libertador,
Huaura, 27 de diciembre de 1820,
Coronel James Parossien

lunes, 4 de febrero de 2019

AQUILES REYES RIVERA



Una tarde (cada vez más remota), en épocas en que no existía aun comunicación telefónica en Cajatambo, recibí una nota de manos de mi madre.
Era una nota manuscrita que había cruzado el puente de Cuchichaka hasta mi casa en Astobamba.
Abrí el papel y leí: "Apreciado sobrino, acércate a la casa para almorzar".
Entusiasmado hice el recorrido inverso al de la nota.
Cuando llegué en el patio de la solariega casa en Tambo comparecí ante la familia en pleno.
Sonriente, afable y altivo, con aquel timbre de voz tan lleno de firmeza y señorío, se puso en pié Aquiles Reyes Rivera (primo hermano de mi padre) quien al verme me abrazó y dijo enseguida:
"Hijo, en esta casa siempre serás bienvenido, eres nuestra sangre y nos alegra verte"
"Desde chiquito te hemos querido Cesitar y ahora que has vuelto hecho un hombre a nuestra tierra nos emociona tu regreso", agregó por su parte la tía Ethel, aquella rozangante y hermosa belleza que se convirtió en esposa y madre de los hijos del tío Aquiles.
Así comenzó mi eterno amor por mi tierra y por su historia.

Un día de corrida de toros, a mediados de la década de los años ochenta del siglo pasado, al final de la tarde, impulsado por la euforia de los tragos y el orgullo de ser uno de los toreros de Cajatambo (el único, además, de mi familia aquella tarde) trepé la baranda hasta donde se encontraban los hermanos Augusto y Aquiles con una botella de whisky entre manos.
Me felicitaron por mi perfomance en el ruedo y enseguida escucharon sorprendidos el parlamento que me condujo ante ellos.
"Tío Aquiles, a nombre de todos mis primos aquí presentes, sus sobrinos que lo quieren y siente orgullo de tener un tío como usted, vengo a decirle que considere que nada nos alegraría más ver a usted esta tarde ceñirse el sombrero de Capitán de la Tarde".
"Mira sobrino, te agradezco tus palabras, pero ya habrá oportunidad para eso".
Me despedí, debo confesarlo, defraudado pero al mismo tiempo satisfecho de haber expresado un sentimiento que ambos hermanos de seguro celebraron escuchar.
Cuando llegó al Capitán oferente al lugar donde se encontraban los hermanos Reyes, con asombro vimos al tío Aquiles ceñirse el sombrero de Capitán de la Tarde.
Fue un momento de júbilo inolvidable.

Pasado el tiempo le pregunté como fue que tomó esa decisión.
"Al verlos a ustedes, tan jóvenes y tan guapos, me emocioné; sentí una opresión en el corazón y decidí regalarles esa alegría. No me equivoqué, hacer la fiesta fue uno de los acontecimientos más inolvidables y hermosos de mi vida".
Y ciertamente de todos quienes admiramos su prestancia señorial y su amor a su familia y a Cajatambo.

Otro acontecimiento más reciente tuvo lugar el 3.11.2018 cuando la descendencia Reyes de Cajatambo se reunió para celebrar la sangre que nos une y su historia.
En ese trance, durante las reuniones de coordinación previas, no hubo hogar más hospitalario que el de Aquiles y Ethel.
Fue ocasión, entre otras, para que el patriarca de la familia fuese visitado por sus primas y primos, además de numerosos sobrinos.
Uno de aquellos día incluso al hacer el brindis de bienvenida dijo: "Me da gusto verlos y mucho más tener aquí al culpable de que fuera Capitán de la Tarde".

Nos apena tu partida inolvidable tío pero de igual modo nos enorgullece tu existencia.
Adiós Aquiles, honor y gloria a tu memoria.