jueves, 27 de agosto de 2009

GESTIÓN PÚBLICA Y DESARROLLO TURÍSTICO




Luciendo un chaleco, y una ignorancia tan visible como su apariencia, la responsable de turismo de la municipalidad provincial de Huaura balbucea unas cuantas palabras sin acertar a precisar la fecha en que el Gral. San Martín consagró al más famoso balcón del Perú. Sin embargo, ignorar lo que resulta imprescindible -en su caso- no es óbice para qué, sin ningún escrúpulo, deambule por los patios del Museo de la Independencia conduciendo, nada menos, a un equipo freelance de la televisión salvadoreña. (No de Villa El salvador sino de la pequeña república centroamericana).
 
Se trata de una producción independiente para ser emitida por la televisión salvadoreña y algunas estaciones de habla hispana en los EEUU. Su propósito: mostrar los atractivos ecológicos, arqueológicos e históricos más importantes de las provincias de Huaura y Barranca. Más precisamente: los orígenes de la Civilización Andina y el origen de la República.

Que los gobiernos locales tienen el deber primordial de promover sus potenciales recursos turísticos es algo que no admite ninguna duda; en ese sentido, resulta loable que la municipalidad provincial de Huaura respalde la propuesta de la empresa Danny Producciones. Lo que resulta en cambio deplorable es que el solo hecho de formar parte de la gestión sea atributo suficiente para no hacer nada más que pasear y balbucear.

Cierto que cada administración obtiene el derecho de incorporar a quien quiera en su equipo de gestión. Cierto que en cada elección no solo gana el candidato sino los adherentes que apuestan. Cierto que - para tener una referencia actual- del mismo modo que en cada elección presidencial en el Perú el ganador obtiene el derecho a disponer de 29 mil cargos de confianza (según un ex premier); en cada región, provincia y distrito el ganador obtiene igual derecho en proporción a su jurisdicción. Es cierto todo esto, no obstante, con serlo no lo es menos que el poder se legitima con el saber. Pues, ignorarlo, supone ceder a la tentación de disponer de recursos ajenos en lugar de aplicar un programa de gestión, de medrar en lugar de mandar y de servirse en lugar de servir.



Por otra parte, el contraste se acrecienta cuando luego de ver, y oír, balbucear a la mujer uniformada por la municipalidad vuelve a mi memoria el recuerdo del guía cuzqueño que llegó, costeando su viaje, solo para conocer Caral y explicar los orígenes de la Civilización Andina y de Macchu Pichu a los visitantes convocados por la empresa que lo contrata. He ahí la diferencia. La diferencia entre la gestión pública y el desarrollo turístico.


Hay una cita del viejo Goethe que siempre me intrigó y que, gracias a la mujer que no sabía donde estaba -literalmente- parada, pude, al fin, entender: “Merece lo que heredas”.

martes, 4 de agosto de 2009

TRIBUTO A MARÍA ROSTWOROWSKI

Día Internacional de la Mujer: 15 mujeres que marcaron la historia del Perú (FOTOS)


Aun cuando su nombre, María Rostworowski Tovar, suene mas extranjero que lo habitual se trata, sin discusión, de la investigadora indigenista más importante del Perú. Pero lo es de manera distinta a quienes, a principios del siglo XX, propiciaron la reivindicación de la mayoritaria población aborigen del país, y lo es por qué sencillamente a ella debemos los peruanos el acercamiento y conocimiento mejor logrado y perdurable de la etapa más gloriosa y perturbadora de nuestro pasado: la historia de los incas.
¿Pero, quién es María Rostworowski Tovar? Hija de padre polaco y madre puneña, limeña de nacimiento (nace en Barranco el 8 de agosto de 1915). Cuando cumple seis años la familia se traslada a Europa y de ese modo el paso de los años supone para la pequeña María un cambio no solo cronológico sino una singular experiencia cosmopolita: reside en forma sucesiva en Polonia, Francia, Inglaterra, Suiza y Bélgica.
Guiada por los íntimos apegos de la sangre hacia la tierra que la vio nacer, a su retorno en 1935, algo más que la curiosidad la conduce hacía una dedicación impropia para una mujer de su clase y de su tiempo: estudiar indios. 
Premunida apenas por un indoblegable interés de hacer camino al andar, pronto la investigación y reconstrucción de las brumosas décadas del surgimiento, expansión y final del periodo incaico acaparan su atención sin tregua, con tanto rigor como pasión -puesto que lo que se hace te hace- hasta convertirla en la más indiscutida (y amable) autoridad de la historia del Tahuantinsuyo. Determinar la preferencia de los gobernantes incas por transferir la sucesión de su cargo no al primogénito sino a cualquiera de sus vástagos, y asimismo, ponderar la fuerza movilizadora de la reciprocidad son, entre otros, algunos aspectos de la racionalidad y tradición andina que despistados cronistas del siglo XVI no pudieron entender ni explicar hasta que una señora, alumna libre de San Marcos, decidió –cuatro siglos después- aclarar, ordenar y, sobre todo, completar aquellas crónicas y relaciones. 
Pero tanto como su obra misma, su propia formación, libre y autodidacta, merece un especial reconocimiento. Pues confirma, una vez más, que el ejercicio del entendimiento y la búsqueda del conocimiento, cuando son auténticos, trascienden los medios y límites formales de las instituciones concebidas y mantenidas para tales fines.
Pues al margen de cualquier consideración académica y curricular antes que doctora –que no lo es ni le hizo falta serlo - si de algún modo podemos llamar a aquella dulce y sabia mujer para agradecerle lo que nos dió es pensar (sin decírselo, claro) que nadie más que ella merece llamarse Amauta. Maestra de amor por el Perú y su gente. Madre y autora del libro más vendido y reconocido de las ciencias sociales en el Perú: “Historia del Tahuantinsuyo”.
Finalmente, puesto que ninguna gratitud es mayor para quien investiga y escribe, que acceder a sus trabajos y publicaciones, nada mas oportuno que sugerir a los jóvenes (o su padres) la lectura del tomo “Incas” de la enciclopedia temática del Perú que aun es posible cuelgue –entre el bullicio y la rutina- en alguna esquina para entender mejor nuestro pasado; pero sobre todo para entendernos mejor.