miércoles, 7 de octubre de 2015

CULTIVOS FRUTÍCOLAS EN AMBAR


A la izquierda del río, de acentuado tono verde y forma de punta de lanza, la parcela histórica Rarcapa

En el distrito de Ambar, a 70 km de Huacho (capital de la región Lima) sobre los dos mil metros de altura (entre las regiones Yunga y Quechua) de la cuenca del río Supe-Ambar crecen y se cultivan a la fecha (2015) mas de trescientas mil plantas de durazno rojo y crema. En menos de treinta años, de ser un pueblo dedicado, además de la ganadería, al cultivo de maíz morado o zapallo macre, Ambar pasó a ser un distrito eminentemente fruticultor. De tal manera, que el factor determinante y dinamizador de su economía depende de dos cultivos permanentes: el durazno y  la chirimoya.
La historia comenzó en 1987 con la compra de dos mil plantones de duraznos que adquirieron Pablo Urbano López (para su fundo en Cochaca), Felipe Alor (para su parcela en Aguay), Mauro Lázaro (para su parcela en Huacán ) y Emilio Barba (para plantarlos en Rarcapa, la parcela de su suegro localizada a inmediaciones del pueblo). Fue Walter Meza, técnico agropecuario natural del pueblo de Lancha y yerno ambarino, quien vendió las plantas; pero especialmente fue quien se encargó de lograr su arraigo y capacitar su manejo. Fruto de cultivo ignoto (salvo el de tipo blanquillo que producía la familia García) en Ambar hasta mediados de los años ochenta del siglo XX de duraznos nadie conocía. 
Con todo, resultó  tan rotundo el impacto de la introducción del durazno en Ambar que cuando llegó el esperado momento de la cosecha, en virtud a la demanda y a la calidad del producto, Emilio llego a vender el kilo cosechado a un promedio de 12 soles. De modo que un rustico cajoncito de madera de 10 kilos alcanzó valer 120 soles. Algo verdaderamente inaudito para quienes (cuando el pasaje Huacho-Ambar costaba cuatro soles) cifraban sus mayores esperanzas, hasta entonces, en el cultivo de maíces negros y zapallos ocres; y por otra parte, en la venta de reses y quesos.
A una distancia de tres metros por tres, una hectárea abarca un promedio de mil cien plantones de duraznos. El cultivo, entre la poda y la estimulación de la floración que asegura la siguiente campaña, dura seis meses. La cosecha demora por productor un mes. De modo que la demanda de mano de obra ha creado pleno empleo, y hasta, en ocasiones, déficit.
Durante la cosecha, no menos importante que pañar a tiempo la fruta lo es seleccionar y clasificar su calidad. Ojos calibradores y manos expertas (que es también posible relevar con aparatos regulables) logran extraer, solo con separarlas,  quince clases de duraznos provenientes de una misma parcela. Los que a su vez se subdividen en tres bloques: I) especial, extra y superextra; II) primera, segunda, tercera, cuarta, quinta, sexta; y III) 0, 00, 000, 0000, deforme y maduro. La diferencia de costo, de mas a menos, entre una y otra, es de cinco soles. "Pero los de mas altura, igual que el ganado -precisa con humor Emilio- demoran ocho meses en crecer y son medio peludos".
Las variedades predominantes en Ambar, reitero, son dos: duraznos crema y rojo. El manejo del cultivo se realiza exclusivamente en periodo de estío. "Nada de lluvia, al melocotón no le gusta bañarse", dice sonriendo Keroshene (amigo de épocas escolares devenido en productor) mientras adhiere stickers a las cajas que habrán de contener su cosecha.  Por su resistencia, dimensión y sabor los duraznos ambarinos han impuesto su calidad hasta fuera de las fronteras. Tan es así que su comercialización llega a mercados, antes impensados, de Brasil, Bolivia y  Ecuador. Y precisamente dada la preferente demanda, entre los meses de junio a setiembre, durante la época de cosecha, un promedio de diez camiones de doce toneladas por semana, recorren los 70 km que separan Huacho de Ambar; es decir "La Capital de la Hospitalidad" de "La sucursal del Cielo".
Por la cercanía con el pueblo y por que lo vieron cosechar y despachar camiones enteros a precios exorbitantes Emilio Barba, con toda justicia, es considerado el pionero del cultivo de duraznos en Ambar. Sin embargo, Emilio, nunca deja de ponderar aquel merito para Walter Meza, el hombre que no solo se enamoró  de una mujer ambarina sino, literalmente, de la tierra ambarina. No por nada Emilio aclara y pondera: " A él, a Walter, se deben todos los duraznos de Ambar y las chirimoyas de Huacán".
Otro rasgo notorio y visible, a la par de la arquitectura del pueblo, de utilidad practica no menos que turística, es la existencia de mas de media docena de teleféricos fruteros, instalados entre los 2000 a 2500 metros, que transportan a diario productos y personas de un extremo a otro del valle.

Eco-aventura:
http://evocacionesysemblanzas.blogspot.pe/…/los-telefericos…

Historia:
http://evocacionesysemblanzas.blogspot.pe/2011/08/homenaje-ambar.html

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