7 de Marzo de 1977. Parado sobre la pirka de la huerta veo detenerse junto al zaguán a dos jinetes que aparecen de pronto y conversan con mi madre. A pesar de la distancia, entre risas, escucho la voz de la muchacha. "¿Y quién está parado allí?" "Mi hijo mayor" "Caramba, entonces puedes ser mi suegra" "Jodida eres ¿no?". Enseguida, el padre sobre una mula y la hija se alejan rumbo a Campamento.
"Don Paulino va con su hija al santo de Tinda", me dice mi madre mientras sirve el almuerzo. "Me han dicho para ir, pero parece que va llover". Enfundada en un jean azul, me bastó una mirada para tener curiosidad de volver a verla. De manera que insistí hasta que mi madre aceptó visitar a su amiga.
Todo fue maravilloso hasta que me tocó bailar con ella, pues era la primera vez que bailaba un huayno. A pesar de todo pude preguntarle su nombre, aun cunado mi madre ya lo había mencionado: Carmen.
17 de Enero de 1998. Apenas se detiene sobre el césped del estadio de Huacho salto del helicóptero que vuelve de socorrer a los damnificados del valle de Ambar. En la mañana calurosa una repentina aparición me sorprende: María Urbano Berdiales. Rauda corre a hacer señas al helicóptero que comienza a elevarse. Para sorpresa de todos el helicóptero vuelve a posarse sobre el gras, entonces María y su tía suben y se van volando. Ser testigo de aquel viaje fue una clara y rotunda demostración del poder de la belleza, pues María no era cualquier María sino una mujer excepcionalmente hermosa.
"Si quieres viajamos juntos, espérame en El Óvalo, por la tarde iré con mi familia", me dice Abraham Pacheco. Efectivamente, aparece conduciendo una combi y en ella encuentro nada menos que a Carmen, su hermana. El tiempo ha pasado, me señala a uno de sus hijos. "Pero el recuerdo queda, me dice, intacto, guardado como una joya en un cofrecito". Me cuesta imaginar un homenaje más perfecto a los sentimientos y recuerdos que nos unen.
7 de Marzo de 2011. Exactamente el día en que conocí a Carmen (hace 34 años) mi madre muere en el hospital regional de Huacho.
7 de Marzo de 2013. Es imposible no recordarla sin una lágrima. Camino desde Lascamayo a Ambar (17 km) y apenas llego al pueblo voy, igual a como acostumbraba hacerlo mi madre, al restaurante de Mavilia. Para mi sorpresa me ofrece cuye. Al escucharla siento que mi madre se dirige a mí a través de su amiga. Saboreo feliz aquel delicioso plato y parto -con la barriga llena y el corazón contento- rumbo a Huacho.
A medía tarde abandono el confort de la minivan que me traslada. Y el viaje resulta más grato aun por la amabilidad del chofer. Resulta increíble pero en un solo día de una intensa lluvia pasé a un intenso bochorno. Parece mentira pero así es el Perú: cálido y torrencial.
"Don Paulino va con su hija al santo de Tinda", me dice mi madre mientras sirve el almuerzo. "Me han dicho para ir, pero parece que va llover". Enfundada en un jean azul, me bastó una mirada para tener curiosidad de volver a verla. De manera que insistí hasta que mi madre aceptó visitar a su amiga.
Todo fue maravilloso hasta que me tocó bailar con ella, pues era la primera vez que bailaba un huayno. A pesar de todo pude preguntarle su nombre, aun cunado mi madre ya lo había mencionado: Carmen.
17 de Enero de 1998. Apenas se detiene sobre el césped del estadio de Huacho salto del helicóptero que vuelve de socorrer a los damnificados del valle de Ambar. En la mañana calurosa una repentina aparición me sorprende: María Urbano Berdiales. Rauda corre a hacer señas al helicóptero que comienza a elevarse. Para sorpresa de todos el helicóptero vuelve a posarse sobre el gras, entonces María y su tía suben y se van volando. Ser testigo de aquel viaje fue una clara y rotunda demostración del poder de la belleza, pues María no era cualquier María sino una mujer excepcionalmente hermosa.
"Si quieres viajamos juntos, espérame en El Óvalo, por la tarde iré con mi familia", me dice Abraham Pacheco. Efectivamente, aparece conduciendo una combi y en ella encuentro nada menos que a Carmen, su hermana. El tiempo ha pasado, me señala a uno de sus hijos. "Pero el recuerdo queda, me dice, intacto, guardado como una joya en un cofrecito". Me cuesta imaginar un homenaje más perfecto a los sentimientos y recuerdos que nos unen.
7 de Marzo de 2011. Exactamente el día en que conocí a Carmen (hace 34 años) mi madre muere en el hospital regional de Huacho.
7 de Marzo de 2013. Es imposible no recordarla sin una lágrima. Camino desde Lascamayo a Ambar (17 km) y apenas llego al pueblo voy, igual a como acostumbraba hacerlo mi madre, al restaurante de Mavilia. Para mi sorpresa me ofrece cuye. Al escucharla siento que mi madre se dirige a mí a través de su amiga. Saboreo feliz aquel delicioso plato y parto -con la barriga llena y el corazón contento- rumbo a Huacho.
A medía tarde abandono el confort de la minivan que me traslada. Y el viaje resulta más grato aun por la amabilidad del chofer. Resulta increíble pero en un solo día de una intensa lluvia pasé a un intenso bochorno. Parece mentira pero así es el Perú: cálido y torrencial.
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