viernes, 7 de marzo de 2014

DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER

Mi madre (antes  de serlo)

El 7.3.2011, víspera del Día Internacional de la Mujer, perdí a la mujer más querida de mi existencia: mi madre.
Aquel día, superando el efecto sedante de los medicamentos paliativos, se rompió la calma. A eso de las seis de la mañana, después de darle un beso y saludarla, le pregunté cómo había amanecido. No con palabras sino con una tierna mirada me respondió. Una mirada de madre mortificada por el dolor que la agobiaba, pero sobre todo, por el dolor que sin querer, por única vez en su existencia, habría de inferir a quienes más la querían.
Unos gritos repentinos anunciaron que el cáncer estaba allí para llevársela a pesar de todos los medicamentos y todo el cariño que pudiéramos prodigarle.
Valiente y generosa, tuvo el temple de siempre para decirnos todavía: "Ahora sí, prepárense".
Enseguida pidió echarse en la cama de su mamá (en la misma cama en que esta noche, a sus 101 años 7 meses aun reposa la madre de mi madre). Me conmovió la forma en que se tendió: de costado y contrayendo las piernas como una ñinita. Era su despedida.
Por mi parte, mientras esperábamos ver llegar la ambulancia, me arrodillé al pié de la cama y alcance a decirle cogiendo y besando su mano: "Ha sido el más hermoso privilegio de la vida ser tu hijo".
Por la tarde, trinchada por agujas y adherida a sensores que sugerían la vana esperanza de salvarla, una auxiliar técnica lloraba mientras la cuidaba. Y otra vez me sentí, a la vez que conmovido, orgulloso de tener la madre que tenía. Una mujer que sin proponerselo
inspiraba siempre respeto y ternura.
El médico nos dijo que el evento (es decir: su muerte) habría de producirse en la noche.
Cuando ese momento ocurrió nos llamaron. Una enfermera (cómo si supiera lo que nadie sabe todavía) nos dijo: "Hablénle. Ella los escucha todavía"
Entonces, le dije: "Madre, mamita querida, por tí tengo esta voz y por eso a través de mi voz seguirás hablando, y a través de mis ojos seguirás mirando, y a través de mis pies seguirás andando. Tu no te vas, porque seguirás viviendo a través de nosotros".
No chillé ni grité, solo le dije aquellas palabras que me entristece recordar. Luego besé sus aun tibios pies y abandoné la sala. Eran las 9:40 de la noche.
Perdió la vida, igual que todos, pero, como pocos, jamás el humor. Ni el amor.
Al día siguiente, en el Día Internacional de la Mujer, la velamos y así descubrimos que más que a nuestra madre despedíamos a una mujer cuya verdadera magnitud de serlo desconocíamos.
Por eso mismo, este Día Internacional de Mujer, quiero saludar, al evocar su memoria, a todas las mujeres que premian con su afecto y amistad mi existencia. Y también a quienes sin conocerme, por solo leer estas palabras o escucharlas, se sientan congratuladas.

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