miércoles, 9 de noviembre de 2016

UN CANTO PARA LA POSTERIDAD

Cajatambo y sus cuatro barrios: Astobamba, Antay, Tambo, La Florida.




Al  final del jueves 3.11.2016, tal cual lo había convenido durante el día de Todos los Santos, en el cementerio de Cajatambo (antes -debo confesarlo- de fallecer yo mismo a causa de los rones compartidos) crucé el puente de Tavin y el arco de entrada a Cajatambo.
Docentes y ganaderos, Brizeida Hijar y Edwin Chavarria, habitan  una amplia y acogedora casa-huerta a la entrada del barrio de Antay. Padres de dos hijas y apasionados cultores de las tradiciones festivas de Cajatambo, un día que jamás podrán olvidar debieron padecer la agonía de esperar. La tortura de ver a la mayor de sus hijas postrada por un accidente cerebral de pronostico reservado. Sin embargo, se aferraron a lo imposible y lo imposible se hizo posible: Jessy volvió a sonreír.
Rodeados por un verde alfalfar, entre cactus andinos y flores, apenas toco el portón de ingreso me reciben Brisa y Edwin.
Sentados ante la mesa de una iluminada y acogedora cocina, Edwin pronuncia unas palabras que me conducen de la perplejidad al asombro: "Un grupo de profesores, para un concurso regional, hemos decidido hacer un trabajo de investigación sobre tu vida y tus aportes al conocimiento de la historia de Cajatambo". Enseguida, luego de colmar un par de copas con fragante anís najar, brindamos. Gratificados por el pasado, celebramos el presente y conjuramos el futuro. 


Brizeida y Edwin en los carnavales de Cajatambo
Por su parte Brisa -haciendo honor a su nombre- trae a aquella pequeña y acogedora cocina el sabor de Huacho a Cajatambo a través de un suculento arroz con bonito frito. Y por si fuera poco, me habla de las crónicas que he publicado en la red y que son de su preferencia.
Después de decirles muchas cosas que no acostumbro decir, en una esquina próxima al mercado me despido de Edwin; el docente, el ganadero y el músico.
Mientras recorro el camino empedrado hacia Astobamba, paso a paso, no dejo de pensar en el encargo del virtuoso mandolinista del grupo "Raices Cajatambinas": aportar una canción, o más, para su siguiente grabación.
Un canto para la posteridad.









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