jueves, 10 de noviembre de 2016

CRUZ BLANCA

Plazuela de Cruz Blanca (1937)

Igual que todos, yo nací un día del que no guardo memoria en la casa de mis abuelos en Astobamba (el poblado de la comunidad campesina del mismo nombre).
Un patio empedrado y una larga hilera de balcones torneados (como no he vuelto a ver en Cajatambo) fueron escenario de mis primeros juegos (pues los actuales son el Facebook y el uso de las palabras).
Sin embargo, Augusto (padre de mi madre) además de construir una hermosa casa en Astobamba adquirió una chacra en la campiña de Huacho.
Enseguida, en manos de mi abuelo, el predio devino en morada solariega y Cruz Blanca, nuestro barrio, en nuestro otro Astobamba.
Así nos convertimos en huachanos. Más exactamente en huachanos-cajatambinos.

Dedicados por centurias a la agricultura y artesanía, a diferencia de Cajatambo los antiguos ayllus de Huacho no mutaron en comunidades campesimas sino en barrios vecinales, con festividades y devociones propias. Así surgió Cruz Blanca.
Convertida desde 1918 en capital del distrito de Santa María, cada mes de noviembre Cruz Blanca se viste de gala para honrar a San Martín de Porres.
Al compás de sonoras y melodiosas bandas venidas de Piura o Lambayeque se lanzan miles de cohetes en señal de júbilo.

Liderando las luchas sociales por las ocho horas de trabajo, murió acribillada en 1917 Irene Salvador, la máxima heroína del pueblo huachano. Una de sus descendientes, doña Juanita, además de vecina se convirtió en madrina de mi hermano.
En el 2016, las chacras han mudado a condominios familiares y la municipalidad de tener un solo secretario a pasado a contar con mas de cien empleados.
De mi generación, muchas y muchos partieron a otros lugares; y aun al mas allá. Pero todos vuelven.
Fue así que en el día jubilar de Martín -como se lo nombra en Cruz Blanca- un, no por inesperado menos memorable, 5.11.2016 en el hall externo de mi casa (que las hijas de doña Juanita habilitaron para agasajar a los amigos) más allá de mi memoria, volví a ver a Sonia.
Sonia Marzal, la modosita belleza de piernas deslumbrantes que jamás  olvidé .


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