martes, 5 de febrero de 2013

MUNDO, HIJO DE LUCHO Y EUMELIA





En la  oscura y apacible quietud de la noche,

tan oscura y apacible que aun las estrellas

y la luna parecen dormir cuando despierta,

Raymundo García Alor,

hijo de Lucho y de Eumelia,

coge sobre sus hombros un blanco costalillo

repleto de redondos y olorosos panes,

y  en la noche oscura

camino arriba camina;

las piedras mustias,

las hojas verdes

y el incesante rumor del río

lo acompañan.

En la soledad

de la noche oscura, cuesta arriba

camina Mundo, 

llevando a diario sobre sus hombros

un mundo de aromosas alegrías

que llega en forma de pan

a Jalcán, Arinchay y Lascamayo.

Fué así, de ésta manera, 

con el pasar y pesar del tiempo, 

que Raymundo,

a quién siempre llamaron Mundo,

se convirtió en uno de los más visibles

ganaderos de Ambar,

pero que sin embargo

siempre fue el hombre que jamás olvidó

al niño del blanco costalillo y

sus diarias caminatas hasta el confín

del amanecer.

Así me lo contó,

y así lo recuerdo yo,

evocando con orgullo, ya abuelo,

a mi abuelo que lo felicitaba

por llegar tan temprano.

Y así se los cuento yo

para que sus pasos

sigan andando

todos los caminos 

todos los amaneceres.

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