domingo, 27 de enero de 2013

ENCANTOS ANDINOS




 Walter Salazar Pérez escribió en el 2009 el más notable y acusioso comentario sobre un  disco compacto extraordinario y singular que reune las voces de Pepita García Miró y Jaime Guardia: "Enacntos Andinos".

Ha salido al mercado el último disco compacto del mítico charanguista ayacuchano Jaime Guardia y de la encantadora intérprete limeña Pepita García Miró, con el nombre que encabeza esta columna: Encantos Andinos, con 16 temas -entre huaynos, yaravíes y huayllachas-, compuestos, recopilados y adaptados, la mayoría de ellos, por el mismo Jaime Guardia, y un tema recopilado por José María Arguedas.
La producción es original desde su formato, pues se presenta cual si fuera un retablo ayacuchano, figurando en la portada el título del disco y los nombres de ambos artistas. Uno despliega las alas de dicho retablo y aparece una imagen con el dibujo de los cinco músicos que conforman el elenco completo de la producción: Jaime Guardia, charango y voz; Pepita García Miró, voz; José Guardia, guitarra; Chimango Lares, violín; Gregorio Condori, arpa.
El trabajo musical es notable, la interpretación individual deslumbrante, mientras que el ensamble deja traslucir una armonización de sonidos e instrumentos que dialogan en un contrapunto de magnífica factura. El charango y la voz de Jaime Guardia discurren soberbios por cada tema, convirtiéndose en muchos momentos en la voz cantante del conjunto. A su vez, Pepita García Miró despliega sus dotes canoras al hacer el dúo al gran maestro de la villa de Pauza. José Guardia, el hijo de Jaime, se acopla perfectamente al grupo en el acompañamiento de guitarra. Mientras que Gregorio Condori hace vibrar su arpa discreta con el sonido de los vientos del Ande. Pero es el violín de Andrés Lares León -- conocido musicalmente como Chimango--, el que destaca por su singularísima manera de arrancarle lamentos y quejidos tutelares a su mágico instrumento. Esto se puede apreciar en varias canciones de la producción, sobre todo en la pista Nº 10, donde se luce en toda su magnificencia cuando interpreta el huayno Solo de mi pueblo.
Los yaravíes son majestuosos y llenos de una imponente melancolía, los huaynos intercalan sus ritmos lentos, ligeros y alegres, y las huayllachas o carnavales nos transmiten esa jocunda alegría que también forma el sustrato anímico del alma popular del hombre andino.
Es bienvenido un lanzamiento de esta naturaleza, en medio de un panorama muchas veces desolador de nuestra música popular, dominado en su mayor parte por una legión de autodenominados músicos e intérpretes que han sucumbido al facilismo más ramplón en sus composiciones y versiones respectivas. Nada nos alegra tanto como el saber que los auténticos artistas tienen su propio sitial en el gusto de un importante sector del público melómano que aprecia las obras de calidad.
Si hay una palabra que marca la diferencia entre este tipo de producciones y todo el resto que abunda en el mercado, esa sería virtuosismo. Es la frontera clave que separa la obra de arte de la chapucería que quiere contrabandearse como tal. Uno reconoce las obras de legítima factura artística cuando el espíritu se rinde ante el talento y la maestría del ejecutante, cuando llevados por la diestra mano de quien sabe pulsar unas cuerdas, somos transportados a misteriosos estadios de vivencias estéticas irrepetibles.
Y todo eso es lo que tiene Encantos Andinos, una amalgama de músicos geniales que han confluido milagrosamente para entregarnos la belleza de su arte. Un puñado de virtuosos en sus respectivos instrumentos, que reunidos en esta polifonía deslumbrante, le sacan sonidos a las montañas, saben hacer hablar a los ríos y rumorear a los valles y punas de la serranía. Sin duda, el mejor regalo por estas fechas.

Lima, 19 de diciembre de 2009. 






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