martes, 8 de octubre de 2013

MIGUEL GRAU



En el ejercicio del cargo de Senador de la República, el historiador Raúl Porras Barrenechea, pronunció uno de los más memorables discursos en homenaje al Héroe de Angamos. Un discurso cargado de aliento poético que -con las podas pertinentes- he dado forma de poema.


Grau fue una de las más excelsas 
categorías de la peruanidad.
Todos los años, el 8 de octubre, 

el nombre de Grau y el de su barco
ascienden en el más alto mástil
de la admiración heroica.
Grau es el héroe máximo del Perú,
sobre todo por su generosidad
de vencer sin odio y perder con honra.
Grau nació en Piura.
Allá aprendió Grau,
en la Escuela Náutica del Norte,
en el puerto de Paita,
su insólita lección juvenil
de riesgos y aventuras,
su afabilidad y cortesía,
su sensibilidad y ternura,
su fatalismo bondadoso y,
sobre todo, su agilidad en la guerra.
Su pericia marinera,
hecha de velocidad y audacia,
de intuición rápida y feliz,
de briosa improvisación
ante la fatalidad adversa
o desesperada.
En las campañas del monitor,

que escapa ligero y ágil
frente a los pesados y lentos
acorazados chilenos
y surge ileso de las celadas
y de los insidiosos arrecifes,
hay una ligereza deportiva,
una móvil alegría costeña
de antiguos caballitos marinos
que se burlan sonriendo
de la muerte y de las olas.

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