miércoles, 30 de octubre de 2013

PALOMILLA


Jesús Márquez tenía doce años cuando Palomilla llegó a Cajatambo. Caracoleando con gran aspaviento sobre el pavimento cruzó la plaza colmada. Era 28 de Julio, día de fiestas patrias. Jesús entonces al ver a su padre cabalgando rumbo a casa el más codiciado caballo de la provincia, sin dudar un instante, abandonó el desfile y corrió tras el caballo y su jinete. Su alborozo no era para menos, pues donde habian fracasado otros, Pedro Márquez, comunero de Uramaza, había triunfado. Orgulloso miró a su hijo y le dijo: "Ya ves, te dije que lo iba a traer y aquí está". (El 29.7.2005, Jesús, al cerrar el desfile militar, con una marinera y su caballo frente al palco donde se encontraba el Presidente de la República con sus ministros, acaso debió revivir y recordar aquel inolvidable instante).
Su padre no terminó de hablar cuando Jesús y aquel fenomenal moro azulado, (llamado Palomilla por don Fermín, su inmediato dueño anterior) se hicieron uno solo. Resultaba evidente, claro y rotundo, que ningún regalo podía ser mas grato de ostentar. Ni ninguna posesión  mas difícil de no codiciar.
Apenas dos años duró la permanencia de Palomilla en Cajatambo. Un día, no por sombrío menos memorable, tan de pronto como llegó, Palomilla desapareció. Pasarían décadas, pues el tiempo que todo lo sabe aclaró el misterio, para que Jesús descubriera y supiera, con nombres y apellidos, la triste verdad de conocer la identidad de quienes le privaron de su primer y mas recordado caballo, pero no de su gloria.

No hay comentarios:

Publicar un comentario