miércoles, 25 de septiembre de 2013

MAYCHO SAYCHOPISH CAHUAYARGA MANARACHI

Cajatambo al atardecer

Un pueblo en el que existen nombres, y hombres, que se llamen Sócrates, Pericles, Aristóteles, Ulises, Aquiles y mujeres que se llamen Ninfa, Penélope, Tamia, Dunia, Alina no es en definitiva cualquier pueblo. Y que ese pueblo se encuentre localizado a 3, 200 metros de altura y a una distancia de 356 km de Lima, la urbe capital del Perú, no hace sino acrecentar su valer. Y ni que decir, si además, se trata de una de las provincias más antiguas del estado peruano. Sin embargo, todo eso y mucho mas es Cajatambo; la provincia que nació con la República.
Huancos en Palacio de Gobierno
En virtud a aquel status de prelación histórica Cajatambo fue motivo de un homenaje especial el 13.7.2013 en Palacio de Gobierno. Aquel día en los pasos de “Los Huancos”, su hermosa y vistosa danza guerrera, Cajatambo se hizo presente no solo en el patio de Palacio  sino también      - vía canal 7- ante los ojos y oídos de millones de peruanos. Por designios del destino, que nos da una historia y un lugar para amar, recordar y honrar, asumí aquel día el encargo de presentar, y representar, a mi tierra.
Un poema anónimo quechua que habla de milenarios guerreros y un párrafo de las memorias del marino ingles William Bennet Stevenson me sirvieron para decir lo que tuve que decir. Al final, fue la representante de la alcaldesa de Lima, quien celebro el uso de los textos. Tanto, incluso, que, amable y generosa, se retiró no sin antes expresarme su gratitud. Entonces, al escucharla, con no menos emoción que a mi madre evoqué la memoria de José María Arguedas.
Astobamba
Y es que aun cuando nací en Cajatambo, de los 50 años que tengo en el 2013, apenas un par de ellos los pasé en Cajatambo. Pues el resto de mi existencia ha tenido como escenarios vitales dos ciudades: Huacho y Lima. Por si fuera poco, cuando regresé a Cajatambo a los 20 -a caballo desde Ambar- ignoraba que Cajatambo fuese el reino de las guitarras y las mandolinas en el Perú. Y ni qué decir (quien lo diría) de la manera de bailarlo. Sin embargo, apenas al llegar, al escuchar la música cajatambina, lloré de emoción.
El tiempo ha pasado y casi sin proponérmelo, pese ha no haber desfallecido de amor por algún inolvidable amor adolescente camino al colegio Paulino Fuentes Castro, siento que el mejor regalo que le debo a la vida es el haber nacido en Cajatambo. Pero acaso, por eso mismo, al decirlo con actos, al constatar las prioridades que rigen sus vidas, no haya regocijo más supremo de descubrir que ser cajatambina o cajatambino antes que nacer es un modo de ser. Un culto tan impensado y extremo que, entre otras cosas, hace claro y visible saber lo que es eso; eso que tantas veces se dice y pocas se entiende: cultura.
Palla 2013
Aunque, del mismo modo que las dos terceras partes de la población nacional, las familias cajatambinas se hayan mudado a las urbes litorales o más allá de los confines patrios, las cajatambinas y los cajatambinos -al igual que en el caso del célebre poema de Constantino Cavafis, en la interpretación de Vargas Llosa- no hay día de su existencia en que, en todo cuanto emprendan, que no comporte un tributo a Cajatambo.  Un reconocimiento no a lo que se puede ver y cuantificar sino aquello que les permitió descubrir o lograr. A todo lo que de nada se hizo todo. A lo que con fe, convicción y tesón, con absoluta propiedad, constituye la cultura cajatambina.
Por esa razón (que excede a la misma razón), cada año, al menos por una semana o más Cajatambo recibe el más reverente y apasionado homenaje de sus hijas y sus hijos: la presencia que da vida a remotos y melodiosos cantos en quechua, al sabor de comidas rituales que conjuran el devenir de todos lo tiempos y de todos los caminos, al contrapunto vibrante de guitarras y mandolinas que aun conservan el fuego sonoro de lejanas y melodiosas soleas, fandangos y bulerías.
Domingo Quinteros, Capitán de la Tarde 2014
Ocurre pues que Cajatambo, del mismo modo que el país mismo, es un pueblo cuyo futuro está en su pasado. Y por eso mismo, nacer en Cajatambo o descender de él, es, ante todo, y después de todo, un modo de vivir y también de morir. Pues hasta para eso, para irnos a nuestra manera, las cajatambinas y cajatambinos tenemos nuestros ritos y nuestro canto.
Campanario, templo y mercado antiguos de Cajatambo
Por esas cosas gratas que hace posible la ubicuidad virtual esta mañana, cuando me disponía a corregir los textos de la compilación (también virtual) que lleva el título de “Cajatambo, en la historia y en la memoria” http://cashatampu.blogspot.com/(que pronto será un libro editado y presentado por el Congreso de la República), al ver las imágenes insertas en el blog de José Victorio Roque http://pressunitedcajatambo.blogspot.com/2013/09/domingo-garcia-quinteros.html sobre la reunión convocada por el Capitán de la Tarde Taurina del último día de Julio de 2014, Domingo García Quinteros, se me ocurrió -antes de emprender la solitaria faena de escribir y reescribir la historia de mi pueblo- yaparle un comentario que acaso a alguien importe.      








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