martes, 30 de agosto de 2016

TIA HOTI


Nada, salvo la majestuosa visión de la Cordillera Huayhuash (vista desde la pampa de Gullarcancha) o la magia embriagante de las guitarras y las mandolinas (oídas en noches jubilosas), me impresionó mas en Cajatambo cuando regresé  con veintiún años -literalmente- a cuestas.
Ocurre que aun cuando había venido al mundo en uno de sus barrios (en Astobamba)  y hasta concurrido a sus escuelas un par de años, mi ignorancia sobre la tierra en que nací era casi absoluta.
No obstante, para las Fiestas Patrias de 1984, decidí regresar. Contra el parecer de mi madre (pero al final con su complicidad), durante dos jornadas cabalgué una yegua que logró remontar las cumbres y abismos que separan Ambar de Cajatambo.
Al llegar, nada, salvo -repito- las cumbres nevadas contempladas a la distancia y el vibrar de las cuerdas en las calles me causó especial impresión. Nada, nada que no sea la soberana y solitaria presencia de la tía Hoti. 
Hija de la menor de las hermanas de mi abuelo paterno, entre las chicas y los muchachos que me fueron presentados, la espigada tía Hoti, sigilosa y delicada, destacaba con la clara rotundidad del fulgor lunar en una noche despejada.
Durante tres décadas me pregunté sobre aquella hermosa tía a la que ya no volví a ver en las, cada vez más tumultuosas, festividades de Cajatambo. Nunca más hasta que -prodigios de la era virtual- un día revisando el contenido de imágenes y textos ingresados a mi registro Facebook me encontré con un comentario sumamente familiar de parte de alguien de nombre nada familiar.
Resultó que Hoti McGovern  era, ni mas ni menos, Hortensia Rivera Reyes, la inolvidable y hermosa tía Hoti,  con quien, sin siquiera mediar palabra, había compartido cuando menos un par de cumpleaños -al ritmo de guitarras y mandolinas- en Cajatambo. Celebré el descubrimiento, y puesto que no podía ser de otro modo,  lo celebré en silencio. 
Al fallecer a mediados de 2015 en Lima una de las hermanas de mi padre (la dulce y entrañable tía Nelly), me tocó -a pedido de Doris, la prima que despedía a su madre- hacer uso de la palabra. Fue así que al finalizar la ceremonia fúnebre en el cementerio Campo Fe de Huachipa, de pronto, la hermosa tía Hoti vino hacia mi, para decirme lo que acaso no solo en aquella circunstancia sino toda la vida esperé oír: "Me han gustado tus palabras. Te felicito".  

1 comentario:

  1. Un reconocimiento a la hermosa tía Hoti. Gracias por compartir tan lindos recuerdos, sobre todo esos momentos de guitarras y mandolinas que son muchos más que palabras...

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